Los mercados ya la habían avanzado, descontando en diversa medida el resultado, pero salvada la sorpresa inicial de lo que resultó ser una contundente victoria que quebró largas estadísticas de acierto de algunos reputados y muy seguidos analistas políticos y académicos, (de las encuestas nada que comentar), puede haberse producido cierto alivio por no tener que estar analizando ahora un resultado incierto en medio de un panorama de caos y violencia.
Pero lo contrafactual enseguida perece y se trata de valorar hasta qué punto esta moderada reacción inicial contiene información relevante que nos asista para interpretar lo que nos espera meses más delante, porque sobre ello tenemos que fijar, en buena medida, la estructura de las políticas de gestión de riesgos y las decisiones que de cara a 2025 han de tomarse en las próximas semanas. Lo imprevisible del personaje es a su vez una certeza, una más de las paradojas que nos esperan en este nuevo período.
Dada la vinculación entre los tipos de interés y los tipos de cambio, tendremos que atender tanto a los mercados de renta fija, como a la forma en la que procesan los bancos centrales el impacto de los cambios que se anuncian en la política económica, comercial, y en la geopolítica. Precisamente porque existe cierto consenso en un impacto neto negativo para el crecimiento y el comercio mundial, no cabe esperar que las reacciones de entusiasmo vayan a ir más allá de los que pueden resultar directamente beneficiados, lista que se supera ampliamente por los directamente perjudicados.
Pronto tendríamos que empezar a confirmarlo. Lo singular de un presidente “nuevo” que solo dispone de un mandato es que habría de actuar con rapidez y, basándose en lo aprendido de su primer mandato, rodearse de una Administración que pueda alejarse del caos de la primera parte de su anterior presidencia, eligiéndola y dirigiéndola de forma más eficaz de cara a conseguir las metas que se propone.
La lógica consecuencia de sus propuestas políticas es un incremento de las presiones inflacionistas, de modo que los bancos centrales perderán flexibilidad para gestionar los tipos de interés. Otra paradoja más para quién ha llegado a la presidencia a caballo del rechazo a la inflación de amplias capas de población, particularmente de los extractos de ingresos medios y bajos que son los que más han sufrido a causa del generalizado incremento de precios.
De momento, los mercados han reajustado sus expectativas de recorte de tipos en EE.UU, y más allá del nuevo recorte que se descuenta en la reunión de diciembre de otros 25 pb, se han reducido drásticamente los recortes descontados en 2025 e incluso aparecen subidas a finales de 2026. Es muy pronto para concluir algo así, y las expectativas se ajustarán conforme se perfilen los anuncios, pero ese cambio ya nos da una pauta de hasta qué punto los mercados prefieren no aventurarse en demasía y aunque reaccionarán a los anuncios, preferirán esperar a que se vean confirmados por los hechos. La primera respuesta del dólar apunta a que su leve sesgo alcista no va a intensificarse mucho en las próximas semanas. Esto no oculta que la amenaza es esta y no la contraria, pero es tan poco evidente como claro que esa vaya a ser la tendencia en 2025 y más allá.