Como los gatos, Pablo Iglesias parece tener siete vidas y se prepara para resucitar por tercera vez en su breve pero intensa carrera política. Pedro Sánchez le conoce bien y le teme porque no sabe por donde va a salir aunque su contrincante tiene una línea roja que le bloquea: no puede alinearse –mucho menos aliarse- con el PP porque recuerda lo que le pasó a Anguita cuando inició sus famosas conversaciones con Aznar en 1995 para acabar con el gobierno de Felipe González.
Parece claro que Podemos, bajo la dirección de Irene Montero e Ione Belarra, se ha cansado de ser el “patito feo” de la coalición electoral que protege a Pedro Sánchez aunque todavía no ha pasado de unas tímidas amenazas y de votar de vez en cuando contra las propuestas de ley que hace La Moncloa.
Nadie duda de que el consejero áulico de las dos dirigentes moradas es Pablo Iglesias que con su televisión digital. Canal Red, intenta modular el cambio estratégico de Podemos tratando de sacar rentabilidad a los cuatro diputados que tiene en el Congreso y, sobre todo, a la eurodiputada Irene Montero que , con sus intervenciones a favor de Palestina en el Parlamento Europeo, ha conseguido devolver la esperanza a los militantes de su formación e incluso “robar” algunos más a Sumar.
Desbancada una de las piezas básicas de Sumar, la de Iñigo Errejón, el líder morado ha conseguido que Yolanda Díaz, la sucesora que el propio Iglesias tanto se lamenta de haber puesto, se vaya quedando sola dependiendo de un último clavo al que agarrarse, el de Más Madrid con Mónica García y la portavoz en el Ayuntamiento madrileño, Rita Maestre, que no han dudado en salir en defensa de la vicepresidenta.
Sumar ya ha perdido a Compomís en Valencia y queda por saber como van a quedar sus relaciones con En Comú después de la retirada de Ada Colau, otras de las víctimas del sibilino acoso con que Pedro Sánchez va “comiéndose” a su izquierda.
Sánchez no va a cumplir las dos condiciones que Podemos le ha puesto para apoyar los Presupuestos: romper relaciones con Israel y aplicar por ley una rebaja del 40% de los alquileres. Para la Moncloa sería un revés pero no lo suficiente para acabar aceptando que, por ejemplo, Sánchez capitulara y metiera meter a una militante de Podemos como ministra de Vivienda, aunque cosas más inverosímiles ha hecho el inquilino de La Moncloa para seguir al frente de su gobierno..
Parece claro también que la apuesta de Iglesias tendría que subir esta vez, ser más fuertre, pero con la sutileza necesaria para que no le acusen de aliarse con la derecha. Por ahora mantiene su defensa de Sánchez frente a las acusaciones que hacen a su mujer Begoña Gómez y sigue poniendo el acento en la necesidad de controlar a los medios de derecha. Un hilo muy fino que se puede romper en cualquier momento.