Como un camaleón político en esencia, Pedro Sánchez se prepara para hacer frente a los cambios que provocará la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. No será fácil, pero tiene ya la experiencia de haberlo tratado en la anterior legislatura y de haber soportado sus desaires. De todo se aprende.
La primera iniciativa de Trump respecto a España ha sido nombrar embajador a Benjamín León un exiliado cubano fundador de un imperio dedicado a la sanidad privada y uno de sus grandes donantes de la costosa campaña presidencial. No sabemos si Madrid será solo una estancia de vacaciones para el nuevo embajador o si su objetivo es reforzar los lazos de Trump con la derecha dura española e incluso ampliar sus negocios médicos en España y en Europa. En todo caso un capitalista puro que odio a los socialistas.
No hay que olvidar que el líder de Vox, Santiago Abascal, fue el único político español que apoyó abiertamente a Trump para su reelección y que se entrevistó personalmente con el candidato norteamericano en febrero de 2024 durante la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que lidera y promueve el nuevo presidente.
Es verdad que Sánchez se ha plegado ya a algunos de los deseos de Trump como el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sahara que el nuevo presidente norteamericano puso en marcha el último año de su mandato anterior y que Joe Biden ratificó conduciendo a casi todos los países de la Unión Europea a aceptar esa decisión que llevó casi al rompimiento de relaciones comerciales con Argelia.
Tampoco en cuestiones relativas a la inmigración que Sánchez ha ido endureciendo desde que llegó a La Moncloa, tras acoger al Aquarius con 629 inmigrantes, que no aceptaba Italia. Los sucesos de Melilla, en junio de 2023, con a 37 inmigrantes muertos y hasta 77 desaparecidos, marcaron un antes y un después en este grave problema.
Sánchez, en cambio, está a la espera de conocer cuál va a ser la decisión de Trump respecto a la guerra de Ucrania donde va a ser muy difícil que la Unión europea tome una postura unitaria, lo mismo que en el asunto de Venezuela donde España se ha convertido en el refugio de la oposición a Maduro que exigirá con más fuerza una postura más dura por parte de La Moncloa.
Biden no se tomó muy a mal la “osadía” de España de reconocer a Palestina como Estado, pero no sabe si Trump se lo va a tomar a mal en su apoyo declarado a Israel,
Lo peor, sin embargo, va a estar en la decisiones económicas que el nuevo presidente ya ha venido expresando en su anterior mandato como es el elevar los aranceles a los productos extranjeros para apoyar a la industria nacional o incluso sus planes de para los pies a los productos chinos que en España se ha convertido ya en habituales.