ECONOMIA

Los vigilantes

José Enrique González | Martes 14 de enero de 2025
La “angustia” fiscal que se ha venido gestando a lo largo del mes de diciembre, parece estar alcanzado su punto álgido en las primeras semanas del año. ¿Están los mercados testando los límites o es un cambio de régimen? A principios de diciembre, PIMCO, una de las más importantes gestoras de inversión particularmente conocida por sus estrategias con la renta fija donde es el mayor gestor del mundo, anunció que recortaría su exposición a la deuda a largo plazo norteamericana. Su argumento: la sostenibilidad del déficit y la amenaza inflacionista de la política arancelaria de la Administración entrante.

A finales de año, los legisladores norteamericanos, tras tensas negociaciones, alcanzaron un acuerdo al límite del plazo que hubiese impuesto un cierre gubernamental al haberse alcanzado de nuevo el techo de deuda. Se negoció una extensión presupuestaria que asegura al Gobierno financiación hasta el 14 de marzo. La pretensión, fallida, del presidente electo, era la eliminación del límite de endeudamiento hasta 2029. Será una de las primeras tareas que ha de abordar cuando llegue a la Casa Blanca el 20 de enero.

LA MAYOR AMENAZA

Estos días la prensa financiera se está haciendo eco del tensionamiento de los tipos de interés de largo plazo en EE.UU. El bono a 10 años que ofrecía una rentabilidad del 3.6% en septiembre, está ya en el 4.77%, en las inmediaciones de un nivel, el 5%, que genera “angustia” en los mercados de bonos. Que suba la rentabilidad del bono norteamericano tiene un efecto de arrastre sobre los mercados de bonos mundiales, aunque en esta ocasión, y eso es lo que lo hace diferente, las tensiones en mercados como el británico o el francés tienen también factores idiosincráticos. Los bonos británicos a 30 años no cotizaban rentabilidades del 5.40% desde finales del siglo pasado. En el caso francés, el diferencial frente al bono alemán, que se acerca a la barrera de los 100pb, es el mayor desde la crisis del euro. Moody´s rebajó la calificación a Francia en diciembre advirtiendo de un “bucle” de más deuda, tipos más altos, y más deuda, y el Banco Internacional de Pagos (BIS), advertía en diciembre que el incremento del nivel de deuda es quizá la mayor amenaza que afronta la economía mundial.

Pero la inquietud no se centra únicamente en los países mencionados. Es general, y esta tensión de ventas en los mercados de deuda amenaza también a la renta variable, además de a los tipos de cambio. Un ejemplo reciente es el impacto sobre el real brasileño de la desconfianza fiscal que genera un déficit cercano al 10% del PIB. Así pues, los mercados de bonos transitan por un tramo muy turbulento.

EN VISPERAS

Tras muchos años de QE donde los bancos centrales aseguraban la constante presencia de compradores insensibles a los precios, estamos ante un episodio singular de ventas cuya intensidad se ha venido acentuando con las semanas y que alcanza niveles de tensión en vísperas del retorno de Trump a la Casa Blanca. Es el momento en el que aparecen las referencias a los “vigilantes de bonos”, y aunque no existe tal grupo, y por tanto no se trata de inversores que se mantienen durmientes hasta que se alcanzan determinados niveles, representan al “espectro” al que todos temen, incluidos los gobiernos, porque si este abandona la lámpara no hay forma indolora de devolverlo a su interior. Todavía no se ha descubierto la fórmula que quiebre la simple aritmética de que un déficit no es sino la diferencia entre ingresos y gastos, y la deuda, la acumulación de sucesivos déficits. Solo EE.UU. representa el 27% de los 100 billones de deuda pública mundial que estima el FMI, y las políticas que anuncia el presidente electo, no son de las que aplacan las señales de aviso que están lanzando los “vigilantes”.