Una vez que le ha salido bien la jugada queda claro que el juego seguirá con las misma reglas, lo que quiere decir que ser aliado de los yanquis –palabra en desuso pero que va a ser recuperada enseguida- no va a ser sinónimo de ayuda, sino de carga efectiva. Ya en su anterior mandato, Trump exigió a los países europeos un aumento significativo del gasto militar, cosa que se siguió a medias, entre ellos España donde la ministra Margarita Robles se encargó de darle el “Sí quiero” al mandatario, como hizo posteriormente con Biden cuando solicitó enviar armas a Ucrania.
Los países aliados más proclives a ser víctimas de los chantajes de Trump van a ser posiblemente aquellos que se atrevan a plantarle cara, en primer lugar, y en segundo aquellos que estén gobernados por partidos socialdemócratas y que defiendan políticas de apoyo a la diversidad de géneros, a favor del aborto o simplemente que pongan pegas a las inversiones de sus aliados capitalistas que le han catapultado a la Casa Blanca, los Musk, Zuckerberg, Bezos y compañía.
Se acabaron las pegas que la Unión Europea ponía a Google, a Twiter (ahora X) o al Metaverso. Una multa a una de estas grandes compañías que lo controlan todo podrá suponer tener que someterse a un nuevo chantaje de Trump del tipo: te subo los aranceles a tus exportaciones, o simplemente vamos a cambiar al gobierno enemigo.
Que Trump mencionara a España entre los países que ponen pegas al aumento del gasto en defensa, es decir en comprar armas a Estados Unidos, ha hecho temblar los cimientos de Sánchez en La Moncloa. El que no sea verdad que España pertenece al grupo de los BRICS no tiene la menor importancia en un personaje como el nuevo presidente yanqui, lo más relevante es que se acuerde de España para lo malo y no para lo bueno. Sin olvidar que tiene a Santiago Abascal “hablándole al oído”.
Va a ser difícil contentar a Trump y lo único que podría salvar a Europa es que su guerra comercial con China acabe consumiendo todas sus energías y se olvide de Europa. El presidente norteamericano es la cabeza de un grupo de capitalistas que quieren hacer dinero fácil y pronto, para lo que tienen cuatro años y por eso no quieren guerras inútiles, como definió Trump a la Ucrania.