SOCIEDAD

La venganza de los hombres bajitos

Diego Armario | Jueves 06 de febrero de 2025

El ministro José Manuel Albares es un hombre cortito y esa escasez de centímetros le trae a mal traer porque no puede evitar compararse con la gente que le saca dos cabezas. En pocos días ha cesado a los embajadores de España en Croacia y en Bélgica (Juan González Barba y Alberto Antón Cortés) por publicar, el primero, un artículo en defensa del Rey Felipe, Jefe del Estado, y el segundo por haber dado una cabezada mientras el ministro recitaba una soporífera conferencia en una reunión de embajadores.



Ha tomado esa decisión porque puede hacerlo, pero alguna de sus razones tienen un cierto tufo a un ataque de histeria de un alto cargo que confunde la autoridad con el despotismo.

He conocido ceses de embajadores por razones de pérdida de confianza del gobierno o de abuso en sus funciones, pero cepillarse a un diplomático de carrera por celos o por soberbia es un acto de mezquindad propio de un hombre acomplejado.

Entre tanto aficionado a la política sin más curriculo que la militancia en un partido, los diplomáticos de carrera tienen al menos un mérito académico y profesional reconocido.

Estos dos ceses de embajadores no son los únicos que ha perpetrado el servidor de Pedro Sánchez, porque en “la carrera” se han escuchado y leído voces que reclaman una política de nombramientos acorde con la competencia y el prestigio del servicio exterior de España.

La Junta Directiva de la Asociación de Diplomáticos Españoles que agrupa a más del 60 por ciento de los funcionarios de la Carrera ha remitido una carta al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en la que dejan entrever su malestar por la arbitrariedad en el nombramiento de nuevos embajadores.

La política exterior se ha convertido en un chiringuito más del gobierno, alejado de los criterios tradicionales de un país como España que ha sabido mantener lazos de amistad y cooperación con países amigos o estratégicos. Estamos perdiendo socios y ganando la desconfianza de algunos países tradicionalmente amigos.

Si existe un ministerio que debe ser reconocido internacionalmente por su coherencia con la tradición diplomática del país y sus alianzas, es el de Asuntos Exteriores, independientemente de cómo le quede el uniforme al ministro.