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Miguel Boyer, el cerebro del Clan

Martes 21 de octubre de 2014

En 1990 Miguel Boyer e Isabel Preysler llevaban dos años de casados tras haber mantenido una larga relación de amantes. El que había sido el ministro más poderoso en el primer gobierno socialista de Felipe González perdió en su pulso con Alfonso Guerra y se marchó dando un sonoro portazo.



Dejaba atrás el Ministerio de Economía, Hacienda y Comercio y se disponía a presidir el nuevo súper banco que el grupo de la " gente guapa" estaba a punto de crear uniendo el Banesto que presidía Garnica con el Central que presidía Escamez. El padrino de esa boda financiera era el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, y entre los testigos figuraban desde los primos Albertos al por entonces director general de la ONCE.

Durante un mes y casi a diario el Miguel desilusionado de la política, aparcado en el mundo de la empresa y enamorado hasta las cachas se convirtió en la principal fuente informativa y opinativa para mi libro " El Clan, la historia secreta de la beautiful people". Hablamos mucho de sus amigos como José María Amusategui, y de sus enemigos como Mario Conde. Hablamos en su despacho de Gruycsa y en su primera casa con Isabel antes de trasladarse a Puerta de Hierro.

Me reconoció que se había equivocado al marcharse del gobierno: " en política nunca hay que dejar lo que se ha conseguido, te tienen que echar". Estaba más que enfadado con González y despreciaba intelectualmente a Guerra. Mantenia sus relaciones con Carlos Solchaga, su sucesor, pero creía que no le había apoyado lo suficiente en su paso por el Banco Exterior, y que le habían faltado fuerzas para impedir que Conde se sentará en la presidencia de Banesto desplazando al hombre puente que era José María López de Letona.

Hablaba despacio y media cada una de sus palabras sabiendo que quedarían escritas blanco sobre negro. Era su historia contada en la historia de los otros: los que le habían aplaudido cuando intervino Rumasa, cuando abanderó la gran reforma industrial que necesitaba España, cuando ignoró a los sindicatos; y los que le habían utilizado sin que su inteligencia lo notara, los que al final ganaron en el mercado financiero en que se convirtió España a mediados de los años ochenta.

Se desayunaba cada día con un " intento de suicidio" que le otorgaban los medios de comunicación. Todos por su relación con Isabel. Nos reíamos a veces y otras estallaba contra una prensa que no contrastaba las noticias. Tenía una devoción , Egipto, y una pasión, la lectura. El amor de su vida, aquel que con sólo decir su nombre hacia que se le humedecieran los ojos, era Isabel. Y lo ha seguido siendo durante 26 años.

Matías Cortés, al leer las cuatrocientas páginas escritas que había editado Ymelda Navajo, le dijo en una de las cenas que organizaba el patriarca de los Entrecanales: " Miguel has ayudado a escribir nuestro epitafio". No era verdad, lo que era el grupo intelectual, político, financiero y empresarial que quiso " reinar" en nuestro país de la mano del socialismo de Felipe González, se transformó, cambió de caras, acabó con algunos enemigos, pacto con otros, pero sigue acumulando riqueza en este tramo final de 2014.

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