La selección española es incapaz de meter dos goles a Eslovaquia, que como todo el mundo sabe es una potencia a nivel futbolístico, falla en la delantera con un Diego Costa que es incapaz de poner el balón dentro de los cuatro palos, falla en el medio centro...
...en el que sobran pases y pases horizontales, falla en la defensa que tiene más agujeros que un queso gruyere, pero...la culpa de la derrota es del portero, de Iker Casillas, que evitó un gol que se cantaba en las gradas y que tuvo la desgracia de que una falta directa ( también mal defendida ) se convirtiera en el primer tanto de los eslovacos.
El coro de los esclavos, que son esos comentaristas pretendidamente sabios y doctos y que lo único que saben de verdad es servir de palmeros de aquel entrenador portugués que pasó por Madrid cargado de ego y de soberbia, ha levantado el dedo acusatorio contra Iker. Hay que quitarle de la portería y arrojarle a los infiernos. Hay que echarle de la selección y del Real Madrid y hasta de España. Ninguno ataca a los delanteros incapaces de marcar, a los mediocampistas incapaces de crear situaciones de gol, a los defensas que se dejan ganar posiciones. Son mendaces, aburridos, envidiosos y por supuesto, injustos. Y han decidido que a Casillas debe acompañarle Del Bosque. Dos por el precio de uno. Los dos que se enfrentaron a la poderosa maquinaria propagandística de Florentino Pérez, los dos que han querido tener voz propia pero sin atacar nunca al club, los dos que no rindieron pleitesía bajando la testuz ante un presidente y un entrenador tan pagados de sí mismos, tan soberbios, tan autoritarios...y tan débiles en el fondo que sólo en el " yo mando" encuentran su razón de ser.
Mourinho ha sido un virus dentro del Real Madrid, escaso de títulos pese a los 600 millones de euros de presupuesto anual, pese a la suma de talentos mal gestionados, pese a las cifras contables más que discutibles, pese a los evidentes favores que el club ha recibido de las administraciones públicas. El portugués es un mal entrenador y un ciudadano muy poco ejemplar. Le gusta provocar y despertar entre los seguidores de los clubs en los que ha entrenador los más bajos instintos. Es, además y por encima de todo un egoísta, un tremendo egoísta que se oculta tras la gesticulación y sus teatrales exhibiciones en los campos de juego.
Iker Casillas no fue el culpable de la derrota de España en Eslovaquia. Le corresponde la parte de responsabilidad proporcional que le toca al resto de los once jugadores. Ni más, ni menos. Los que le atacan, que se olvidan de lo bueno y sólo se fijan en lo malo, se comportan como villanos, como soldadesca, como mercenarios, listos para abalanzarse sobre el que creen más débil pero incapaces de criticar a los que consideran fuertes. Si su ídolo y espejo en el que mirarse y mirar como debe ser el fútbol y el deporte es José Mourinho, deberían tratarse sus complejos con un buen psiquiatra. De forma urgente.