Fue la encuesta de Metrocospia publicada por el diario El País, la que realmente levantó las alarmas. Gracias a esta encuesta, el sondeo del CIS ha provocado menos susto al mismo tiempo que añadido elevadas dosis de preocupación en los dos grandes partidos.
Podemos, liderado por Pablo Iglesias, ha venido para quedarse. Serán las urnas las que finalmente dictaminen con que fuerza, pero ahí están, pisando los talones al PSOE y a una distancia nada abismal del Partido Popular.
Han sido los propios responsables de Podemos los que han cogido con pinzas los resultados. No se sabe si por estrategia o por convicción, pero lo cierto es que tienen razón en todas sus matizaciones. El Partido Popular ha dado un bajón espectacular. El muestreo se realizó en fechas fatídicas para el partido en el Gobierno y aún así el CIS le otorga un 27% de intención de voto. Sus responsables, los del PP, creen y no sin razón, que sus votantes "se han escondido" y su militancia "siente une profundo abatimiento". El reto es movilizar a los suyos, devolver "un punto de orgullo a nuestros militantes para que se sientan orgullosos de un partido lleno de gente limpia". La tarea no es fácil y además queda poco tiempo, de ahí que los populares sean lo suficientemente realistas como para asumir que pueden perder las elecciones.
El PSOE parece que cortado la caída y su nuevo líder sale mejor parado, en percepción ciudadana, que Rajoy o Pablo Iglesias. Aquí habría que añadir lo que decía Anguita: "no me queráis tanto y votarme más". El CIS le atribuye una difícil segunda posición. Tan difícil que de las decisiones que tome el 25 mayo, cuando se celebren las elecciones municipales y autonómicas puede depender la suerte de las generales que se celebrarán seis meses después. Poco, demasiado poco tiempo, para que los dos grandes puedan corregir lo que salga de las urnas de primavera.
La campaña electoral para generales ya no será un duelo a dos. No, los dos grandes tendrán que integrar en sus estrategias a Podemos al que no se le combate hablando de Venezuela sino interpelandole sobre su programa y sus propuestas que serán --ya lo verán-- bastante distantes de algunos de sus discursos. Antes eran de izquierdas y ahora son de todos...
Los partidos pequeños, todos ellos, cantan victoria porque con independencia de sus estimaciones de voto, consideran que el bipartidismo ha muerto que es de lo que se trata. Pero ¿no es precipitado afirmar que el bipartidismo ha muerto?. Es obvio que ha perdido fuelle, que ambos partidos, por errores propios, son víctimas del profundo descreimiento que se ha instalado en la sociedad española. Y tienen que espabilar mucho y rápidamente para evitar que el próximo Congreso se convierta en un auténtico sudoku que puede convertir a España en un país ingobernable.
No está de moda decirlo, pero considero que el bipartidismo respetuoso con las minorías, con los contrapesos que debe tener siempre el poder, es una buena fórmula para una democracia estable. Las grandes democracias así lo demuestran y en el caso de España, es verdad que los dos grandes partidos, cada uno en su medida, no han cumplido con las expectativas, pero han sido PSOE y PP con todos sus fallos y errores los que han venido gobernando el mayor tiempo de libertad del que ha disfrutado nuestro país. Una enmienda a la totalidad es pura demagogia, además de una injusticia yo diría que histórica.
Pero tienen que espabilar. Deben tomar medidas, renovar materiales, establecer discursos que generen empatía y confianza y luchar a brazo partido para destronar el descreimiento. Aún en el supuesto de que lo hicieran, cabe mantener la duda de si van a llegar a tiempo.
En estos momentos, la partida es a tres manos. Se acabaron lo tiempos de la pugna PP-PSOE y esta circunstancia en sí misma nos indica que el tiempo en el que ya estamos es un nuevo tiempo. Ignorarlo es hacerse trampas en el solitario y dar el triunfo sin que muevan una ceja al partido de Pablo Iglesias que de tonto no tiene un sólo pelo de su famosa coleta.