En la izquierda que aglutinó el viejo Partido Comunista de Santiago Carrillo y Gerardo Iglesias ya no guardan ni las formas. Las peleas que se mantiene en el interior de Izquierda Unida no son de carácter ideológico, ni estratégico, son pura y llanamente de carácter laboral y personal.
Laboral en la medida que los que están en los puestos y cargos se aferran a ellos para no irse al paro. Personal por los egoísmos suicidas que representan: recelos personales, venganzas internas, miedos ante un futuro que ellos mismos se han encargado de reducir a la nada, por,la política de péndulo que llevan practicando desde que Julio Anguita vió en sus pactos no escritos con el PP de José María Aznar un camino para lograr el " sorpasso" sobre el socialismo de Felipe González.
Podemos, la denostada Podemos de Pablo Iglesias y compañía es la respuesta ciudadana y " profesional" a su falta de coherencia y su abandono de lo que hace treinta años aparecía en el manual del comunista perfecto: ser la vanguardia de la clase obrera para llevar a ésta al poder. De dura y tensionada vanguardia han pasado a ser cómoda y satisfecha retaguardia de los socialistas y de los populares, según se tercie. Están con el PSOE de Susana Díaz en Andalucia y con el PP de Monago en Extremadura. Hacen declaraciones contra el secesionismo de Artur Mas y Oriol Junqueras en Madrid y se suman a los referéndums con ese objetivo en Cataluña.
La Izquierda Unida que llevó a su máxima expresión Julio Anguita está a punto de convertirse en extraparlamentaria mientras las ideas de regeneración y combate contra el neoliberalismo se expanden en otras siglas sin pasado. Y podrá afirmar y presumir de ello pues su trabajo le ha costado. Años de esfuerzo y de fuerte alejamiento de sus bases en particular y de la sociedad española en general. Los socialistas se quejan de la " pinza" que le están haciendo entre el Partido Popular y Podemos, pero es un espejismo propio de otros tiempos.
Querer explicar la crisis del PSOE desde que perdiera el poder en 2011por la estrategia que Pedro Arriola habría conseguido inculcar al PP de apoyos iniciales y mediáticos a Podemos, para después observar como del centro a la izquierda aparecen y se disputan los votos hasta cinco formaciones, mientras que del centro a la derecha solo están los populares, es de auténtica miopía, una forma de evitar la autocrítica y de mantener las estructuras y las personas que dirigen el socialismo. Cada palo que aguante su vela, que diría un clásico.
Lo mismo ocurre con Izquierda Unida que achaca a Podemos y su populismo todos los males que padece. La raíz del mal está en su interior, en la pérdida de sus valores políticos, sociales y éticos iniciales para dejarse llevar por la molicie y los puestos oficiales con su correspondiente soldada. Cayo Lara llegó tarde y en malas circunstancias. Si Podemos no hubiera nacido y conseguido en las elecciones europeas millón y medio de votos su futuro seria muy distinto. Pero la realidad es tozuda y lo que han hecho los dirigentes de la nueva formación es dejar al desnudo las vergüenzas de los que, en otro momento, serían sus compañeros ideológicos, veremos si pueden serlo de gobierno a partir del 24 de mayo en comunidades autónomas y ayuntamientos.
El mejor retrato de lo que sucede en Izquierda Unida está en Madrid: Angel Perez y Gregorio Gordo intentando matar políticamente a Tania Sanchez. Y esta y sus fieles preparando su trasvase a la fórmula de Ganemos, el primer paso para llegar a Podemos y hacer buena la política de almohada. Eso si el Partido Popular de Rivas y su querella en la Audiencia Nacional les dejan.
Para colmar el vaso de los disparates que ha estado haciendo la izquierda están los sindicatos llamados de clase, UGT y CC OO, que se entregaron al poder hace muchos años y que de nuevo se entregan a ese poder, que es el gobierno de turno, para intentar sobrevivir con acuerdos de 400 euros tras la lluvia de escándalos que les afectan, desde los ERE andaluces a los cargos y tarjetas en Bankia.