Dominique Strass Khan está siendo juzgado en Lille bajo la acusación de proxenetismo, delito que si se confirma podría suponerle diez años de cárcel. El proxenetismo es una conducta criminal pero mantener relaciones sexuales voluntarias con mujeres mayores de edad ...
... a cambio de dinero en muchos países no está penado , y Francia es uno de ellos.
Para mí lo más sorprendente es que pesan sobre él acusaciones por violación que me parecen muy graves y que no le han llevado a la cárcel.
Strauss Khan fue detenido en Nueva York, acusado de violación por una empleada del hotel en el que se hospedaba. Aquella denuncia no quedó en nada porque la mujer agredida aceptó un millón de dólares como indemnización con lo que el suceso pasó de ser una relación no consentida, al polvo más caro de la historia.
Pero ahí no acabaron sus andanzas ni fue la primera vez que intentó algo así, porque la periodista francesa Tristane Banon, denunció días después que Strauss Khan intentó violarla en el 2002.
Algunos dicen que la cara es el espejo del alma y en ocasiones tienen razón pero no siempre es fácil detectar si detrás de una expresión facial hay un santo o un demonio y, en el caso de que sea demonio, si es solo una mala persona, un hijodeputa, un asesino o un violador.
Es muy frecuente que cuando un periodista entrevista a un vecino de alguien que ha cometido un delito grave, la respuesta sea: “era una buena persona. Jamás me pude imaginar que fuese capaz de hacer algo asi”, con lo que se acredita que los sinvergüenzas no van por la vida con un cartel en la frente diciendo que lo son, y además si se ponen un traje y una corbata cara dan el pego y parecen personas respetables.
Algunas de estas personas acaban dirigiendo los destinos de su propio país y así habría sido si no llegan a pillarle forzando a mujeres, porque iba para Presidente de la república francesa.
Sobre las andanzas sexuales de Dominique Strauss Khan estaban informados algunos dirigentes de su partido que prefirieron correr un tupido velo y mirar hacia otro lado, por aquello de que en la liberal Francia los asuntos de cama se quedan en la cama de la misma forma que los asuntos del fútbol se quedan en el vestuario.
Las sociedades aparentemente civilizadas son capaces de aguantar a cualquier sujeto bien vestido.