Perder 800.000 votos es ganar

En un mundo donde el periodismo brilla por su ausencia ya nada extraña ni llama la atención, pero la realidad de cada día supera a cualquier ficción. El lunes 5 de octubre pudimos leer en grandes titulares que la derecha de Passos Coelho ...

... había ganado las elecciones en Portugal e incluso algunos diarios iban más lejos: los portugueses avalan la política de recortes del gobierno luso. Había que adentrarse mucho en el texto de estas noticias para leer que Passos Coelho había cosechado 99 escasos diputados, frente a los 129 que los dos grandes partidos de derecha (PPD-PSD y CDS-PP) habían logrado en 2011, con el agravante de que en el camino se había dejado 800.000 votos ciudadanos. ¡Y a eso le llaman victoria!. Increíble.

La propia vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría salía tan contenta afirmando que el sentido común había ganado en Portugal y que la “victoria” de Coelho avalaba las políticas de los gobiernos fuertes como el de Rajoy en España. El Comité ejecutivo del PP reunido mostró también su contento por la desenlace de los comicios del país vecino.

Lo único real es que de los 9,43 millones de electores llamados a las urnas el 4 de octubre, solo acudió a votar un escaso 57%, mientras que 5,4 millones de ciudadanos preferían quedarse en casa o irse al campo a pasear. La abstención consiguió 200.000 electores más que en 2011, todo un récord. ¡Y a esto le llaman avalar la política del gobierno!.

Lo único por lo que puede sentirse contenta la derecha portuguesa es porque el líder del Partido Socialista, Antonio Costa, rechaza cualquier alianza con el Podemos luso, el Bloque de Izquierdas, y con el Partido Comunista. Entre los tres tendrían una mayoría muy amplia para gobernar: 121 escaños, cinco más que los necesarios. El nuevo Gobierno portugués tendrá que pactarse entre Coelho y Costa, bajo dos únicas fórmulas: o bien la derecha gobierna en minoría, o bien hacen un gobierno conjunto. Hay una tercera: que se repitan las elecciones.