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Sin Victor Aldama todo el entramado de gestiones, favores, comisiones y movimientos de dineros que aparecen en los sumarios que se llevan en la Audiencia Nacional y en el Juzgado de Instrucción 41 se encontrarían en un callejón sin salida. Es Victor Aldama el eje de casi todo y se dispone a pactar su salida de la cárcel con el Ministerio Fiscal a cambio, es de suponer, de contar todo lo que sabe y parte de lo que se imagina. El intermediario y conseguidor aparece por todos los sitios, presionando, pactando y, por supuesto, cobrando.
En una semana, con la tragedía de Valencia y la victoria de Donald Trump, los equilibrios dentro de la Unión han cambiado. La alemana Ursula Von der Leyen creía que sus propuestas para formar la nueva Comisión serían aceptadas y podría poner en marcha las medidas que Europa necesita para no convertirse en tan sólo un mercado interior, sin proyecto político común y menos sin los acuerdos necesarios para sobrevivir en el nuevo escenario que el cambio de gobierno en Estados Unidos va a producir.
Todo lo previsto para este viernes en la Comunidad valencina, con la explicaciones del presidente Mazón ante las Cortes, se ha cumplido. No ha dimitido, ni piensa hacerlo. Anuncia los ceses necesarios para intentar callar los ánimos de los ciudadanos, y cambia la estructura interna de su gobierno, creando una vicepresidencia y una consejería para hacer frente al cambio climático y las consecuencias que tendrá en futuras inclemencias. El siguiente paso, que ya ha iniciado con el apoyo total de Núñez Feijóo y el PP, es mantener el ataque a Teresa Ribera como máxima responsable de las Confederaciones Hidrológicas, incluída, por supuesto, la del Jucar.
Primero hoy, martes doce de noviembre. Once horas de vuelo, cinco mil setecientos kilómetros de distancia y ocho países por medio es lo que el presidente Sánchez va a poner entre sus problemas en España y el futuro climático del mundo. Estará en la cumbre de la COP29 que se celebra en la capital de Azerbaijan y que está tan condenada al fracaso como las anteriores.
Los describió en 1940 el irlandes Samuel Beckett cuando tenía 36 años y escribía en francés. Los dos vagabundos esperan cada día y durante dos horas la llegada de un invisible redentor que, también cada día, les envía el mismo mensaje: “ hoy no iré, mañana sí”. Los Vladimir y Estragón de Beckett son nuestros Sánchez y Feijóo de hoy. El rostro del moderno Godot es el de Donald Trump, convertido en el más esperado y tenido de los presidentes norteamericanos de los últimos años. Tanto el presidente del Gobierno como el líder de la oposición esperaban una victoria de Kamala Harris y confiaban en los milagros. Presos de la misma ansiedad con la que Santiago Abascal esperaba la victoria del ya ganador de las elecciones norteamericanas, convertido para sus rivales en el cruel Pozzo de ese teatro del absurdo que representan cada día nuestros líderes políticos.
El presidente de la Generalitat tendría que haber dimitido desde hace días. Carlos Mazón se resiste a hacerlo y deja su continuidad, no en manos de los ciudadanos, que ya están comprobando que la tragedia se va a alargar en el tiempo y que sus vidas han cambiado para siempre, sino en la decisión del presidente de su partido. Alberto Núñez Feijóo ha pedido que sea Pedro Sánchez y su Gobierno quien coja la gestión de la crisis y aparte a su compañero de la misma. Se equivoca, para exigir a Sánchez responsablidades, como lo está haciendo ya su portavoz parlamentario, Miguel Tellado, debe primero alejar al PP de las responsablidades que resultan evidente en la dolosa gestión que se hizo ante el destructivo poder de la DANA.
Más de doscientos muertos causados por unas lluvias torrenciales tremendas y unas estructuras urbanísticas mal diseñadas exigen que los ciudadanos reciban todas las ayudas necesarias, pero también que se reconozcan los graves errores cometidos por los poderes públicos y las exigibles dimisiones de los responsables, sean los que sean. No basta con los lamentos, no bastan con las ayudas, basta mucho menos con culpar a la naturaleza y al cambio climático. Tampoco basta con que, ahora, se pida la revisión de los protocolos de emergencia y la necesidad de una mayor coordinación entre los poderes autonómicos y los del estado.
Es más que posible que la tragedia causada por la DANA que ha asolado sobre todo Valencia alcance los doscientos muertos, la destrucción de miles de casas, la destrucción de infraestructuras vitales y, sobre todo la destrucción de su futuro para miles de familias. Lo que no ha destruido, ni parece que lo vaya a hacer en este mismo futuro, es la perversa capacidad que tiene los políticos para atacarse y descargar las culpas, que las hay, muy graves y muy históricas, en el rival de enfrente. Atacarse y llenar de barro sus palabras, sin que ese mismo barro se vea en sus manos.
La distorsionada pasión por el sexo de Iñigo Errejón ha activado el “salvase quien pueda” dentro del magma político de Sumar. No es fácil dirigir, administrar y coordinar un grupo con 8 siglas en su interior, todas diversas y unidas por un débil hilo de izquierdismo frente a la malvada derecha.
El “fantasma” del 15-M ha durado 13 años, lo que no está mal para un movimiento improvisado y en muchos casos deslavazado que alcanzó su punto más álgido con la creación de Podemos y su entrada en la política en las elecciones europeas de 2014 y en las generales del 20 de diciembre de 2015 cuando, junto a Ciudadanos, lograron romper el sistema bipartidista del PSOE y del PP.
Sin Presupuestos no llegarán las ayudas de Europa. Sin Presupuestos no se podrán atender las necesidades básicos de los ciudadanos en materias de sanidad, educación, pensiones y paro. Sin Presupuestos no se podrá negociar con las Comunidades autónomas, sean del color político que sean. Sin Presupuestos es imposible alargar la Legislatura hasta el año 2027. Por eso, el gran objetivo que Pedro Sánchez les ha fijado a sus ministros, y en especial a la vicepresidenta y titular de Hacienda, María Jesús Montero, y al titular de Economía, Carlos Cuerpo, es lograr que se puedan llevar los Presupuestos al Congreso con, al menos, 176 votos asegurados.
Será la justicia la que decida la responsablidad penal de Iñigo Errejón tras las denuncias de agresión sexual y violencia machista que se han fórmulado contra él y que le han llevado al abandono de la política. Era, hasta ayer, el chico bueno de aquel sueño universitario que fue Podemos, mientras que Pablo Iglesias, que le ganó en todas las Asambleas y Congresos de la formación, era el malo.
La vida del presidente del Gobierno no sería hoy igual sin la presencia y actuación de dos mujeres, que nada tienen en común, que no viven en el mismo país, con pasados culturales y profesionales diferentes, pero que en este final del mes de octubre de 2024 le amargan y le endulzan su vida política y personal a cada minuto.
La táctica del presidente del Gobierno y secretario general del PSOE - inseparables ambas caras de la moneda socialista -frente al lider de la oposición y presidente del PP es tan vieja como la humanidad misma. Se centra en el “divide y vencerás” al enemigo. Si lo consigues, claro. Pedro Sánchez ya ha decidido dar un paso más en esa dirección y coloca a Isabel Díaz Ayuso como la “jefa” de su jefe, que es Alberto Núñez Feijóo. Se siente más cómodo atacando a la presidenta madrileña desde el exterior del Congreso, que debatiendo con el parlamentario y jefe de filas de la derecha, que es Feijóo.
Han pasado 2.157 años desde que el poblado soriano de Numancia fuera conquistado por los romanos. Les costó 20 años derrotar a sus habitantes, con ejércitos y generales y tribunos que se estrellaban contra sus muros de pìedra. Hoy, aquella resistencia da nombre a las guerras y batallas que se consideran perdidas, y que terminan con los vencidos suicidándose antes de ser vendidos como esclavos. La Numancia de este Gobierno y del PSOE es hoy el palacio de La Moncloa, con Pedro Sánchez en el papel de Megara, como jefe de uno de los clanes celtíberos, y Alberto Núñez Feijóo como el caúto general Escipión, que decidió que la mejor forma de vencer no era entrar en batalla- como habían hecho sus antecesores- sino cerrar la ciudad y dejar que el hambre y la enfermedad acabara con sus habitantes. Lo consiguió en el año 133 antes de Cristo.
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