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Sin el apoyo constante de su gran “padrino” la vicepresidenta en funciones y líder de ese partido recién nacido que es Sumar no podría hacer frente a sus antiguas compañeras de Podemos. Yolanda Díaz necesita más que nunca a Pedro Sánchez y éste, a su vez, es consciente que el papel de negociador e intermediario co el nacionalismo vasco y catalán que hacia Pablo Iglesias no lo puede hacer la que a sí misma se ve como la auténtica reina roja de la izquierda patria. Pablo la quiso utilizar, al igual que está haciendo con Ione, Irene y Lilith. Pedro, más pronto que tarde, tendrá que prescindir de sus servicios. Es la ley de la selva, la que rige dentro de las manada.
El presidente más presidente que ha tenido el PP, José María Aznar, ha llamado a “salir a la calle” para oponerse a la posible amnistía de Puigdemont y compañía. Le marca la línea a seguir al sucesor de su sucesor, que casi nunca le hizo caso, más bien todo lo contrario. En el otro lado, el presidente más presidente que ha tenido el PSOE, Felipe González, no pide salir a la calle a los suyos pero si les incita a una nueva rebelión interna, a un “golpe palaciego” contra Sánchez como el que ya protagonizaron en 2016, que tan sólo sirvió para que el “expulsado” regresara para llevar al socialismo al poder cuando nadie lo esperaba.
La hemos leído en decenas de libros; la hemos visto en decenas de películas y series de televisión. La escena es siempre la misma, al igual que sus protagonistas. Cambian las caras y el escenario pero el guión siempre es el mismo. Unas veces es una comisaría de policía: otras, la sala de Juntas de una gran empresa. Incluso, con un poco de paciencia, la habremos visto en el vestuario de algún equipo de futbol. El juego entre el poli bueno, el poli malo y la víctima de ambos lo están representando de manera impecable el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, el líder de Junts, Carles Puigdemont, y el presidente en funciones, Pedro Sánchez.
Nos persigue a los españoles y les persigue a todos los gobernantes desde hace una eternidad. Cataluña es una maldición que sólo se explica por la mala historia que le acompaña desde que quiso ser Reino cuando tan sólo era un Condado dentro del gran Aragón. Carles Puigdemont y sus sueños desde la Waterloo que contempló la gran derrota de Napoleón Bonaparte a manos del duque de Wellington un 18 de junio de 1815, es el producto destilado de los gobiernos españoles de los últimos 40 años. Este puede ser, condensado, su retrato político
El socialista Javier Rodríguez Palacios se creyó diputado nacional por Madrid durante seis días. Tenía el número once en la lista de Juan Lobato y era difícil que el voto CERA, el de los madrileños que viven en el extranjero, cambiara los resultados. Los cambió y el popular Carlos García Adanero se hizo con el codiciado e importante escaño en el Congreso. Los dos habían querido ser alcaldes en las elecciones de mayo, uno en Alcalá de Henares, el otro en Pamplona. Los dos ganaron en las urnas y perdieron en los pactos. Los dos se convirtieron en “ arrecogidos“ de Isabel Díaz Ayuso y de Juan Lobato en las listas para el Congreso. Un premio menor, pero un asiento en el Hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo es mucho mejor que un sillón municipal en la oposición.
ra sólo cuestión de tiempo y ese tiempo ha llegado. La Constitución que se aprobó por una aplastante mayoría de españoles en 1978, hasta convertir esa fecha en un mito democrático, está muerta y lo que deben hacer los dirigentes políticos es elegir el mejor camino para enterrarla con dignidad en el cementerio. Ha cumplido con creces la misión que le encomendaron sus “siete padres” oficiales (Manuel Fraga, Miguel Herrero, Gabriel Cisneros y Juan Pedro Pérez Llorca, por la derecha; Gregorio Peces Barba y Jordi Solé Tura, por la izquierda; y Miguel Roca por la entonces moderada derecha catalana: sentar las bases para una Transición que convirtiera a España en una Democracia.
Cálculo político premeditado o rápida respuesta al desafío de los independentistas mientras te juegas el Gobierno. El resultado es el mismo. “Si no quieres caldo, dos tazas” viene a decir uno de los refranes más conocidos y que, cargado de ironía, castiga a quien va dirigido con el doble de lo que no quiere o no le gusta. Es lo que el presidente del Gobierno hizo ya en 2019 con su elección para las presidencias del Congreso y del Senado: dos federalistas catalanes. Mensaje inequívoco hacia Felipe VI, y memoria de lo que planteó el que fuera presidente del Gobierno central, Pi i Margall a finales del siglo XIX durante el breve periodo de la Primera República española.
La radicalizada aventura soberanista emprendida a finales de 2012 por Artur Mas, a la sazón presidente de la Generalitat, terminó igual que empezó y debería servir de guía para el inmediato futuro y las negociaciones entre Puigdemont, Junqueras y los dos grandes partidos. Al margen de la ENC y sus imposibles deseos de independencia a las bravas. Mirar al PNV les puede servir de referencia: avanzar con la economía por delante.
Ya sabemos que con los 178 votos que recibió en su elección como presidenta del Congreso y la mayoría de seis a cuatro que ostenta la izquierda del PSOE y Sumar frente al PP, Francina Armengol va a permitir que en la sesión de investidura del futuro presidente del Gobierno, sea quien sea el candidato, las intervenciones de los portavoces se hagan en castellano, en catalán, en euskera y en gallego. Hasta es muy posible que se hable en valenciano, en el bable asturiano, en la fabla aragonesa y, abierto el portón hasta en el castuero extremeño. Ninguno querrá ser menos que el que tiene al lado.
Todo acuerdo tiene un precio y Pedro Sánchez ya ha comenzado a pagar el suyo. Habrá tres lenguas cooficiales en el Parlamento español y en el europeo. Los diputados podrán hablar en Catalán, en euskera y en gallego, además del castellano. A cambio y por 178 votos a favor, mayoría absoluta, Francina Armengol, la expresidenta balear es la nueva presidenta del Congreso y el también socialista Alfonso Rodríguez la vicepresidencia primera, junto a otra que le han dado a Sumar y las dos que tiene el PP, al no querer ceder ninguna a Vox por negar su voto a Cuca Gamarra.
En apenas siete años los sueños de gloria de Pablo Iglesias y Yolanda Díaz se han desvanecido.La izquierda radical que representan va camino de las mismas catacumbas en las que cayó el PCE en el año 1982, con la victoria por mayoría absoluta de Felipe González y casi la desaparición de la representación parlamentaria de los comunistas que habían encabezado, casi en solitario, la lucha contra el franquismo.
Los dos grandes partidos del país han dejado muy claras sus intenciones tras los comicios del día 23 de julio: los socialistas se esfuerzan por hacer olvidar al gobierno de los últimos años, sobre todo en su vertiente más “podemita” a través del nuevo rostro de Yolanda Díaz, y que los ciudadanos que han ido a las urnas, y le han dado por una cómoda mayoría el triunfo el PP de Núñez Feijóo, piensen sólo en sus comunidades autónomas, sus ayuntamientos y hasta en sus calles. Para Pedro Sánchez su derrota, con 122 o 121 escaños, es un triunfo, lo mismo que le pasa a los integrantes de Sumar, Bildu, ERC y hasta el BNG. La suma total impide que la derecha gobierne. Hemos triunfado.
El Sistema, como descubrió Mario Conde tras ser defenestrado y aniquilado de la noche a la mañana, es poderoso y siempre acaba por salirse con la suya. Nadie sabe con exactitud que es el Sistema, pero a bote pronto se trata de una amalgama de grandes capitalistas, lobbys poderosos que se mueven en las sombras, la Iglesia siempre presente en España, políticos, jueces, abogados, periodistas, publicistas y todo un conjunto de personas que trabajan para mantener eso que los americanos llaman el stablishment.
No se querían. Ninguno de los tres, pero Sánchez y Zapatero decidieron que ya era hora de terminar con el influjo de Felipe González en el PSOE y en España. Ausente de la campaña electoral el hombre que fundó el nuevo socialismo español hace 40 años, ya no representa a casi nadie en el futuro del Partido Socialista. Tampoco en la política de Estado y es difícil que mantenga alguna influencia en la vida económica y financiera más allá de sus servicios bien remunerados a Carlos Slim.
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