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Hoy, sábado 10 de febrero de 2024 los agricultores, ganaderos y transportistas convocados desde las redes sociales por dos valencianos y un gallego intentarán someter a la sede central del PSOE a un cerco basado en tractores y camiones de todo tipo. El movimiento copiado de Francia y otros países europeos lo inició desde Tik Tok, Whatsapp y Telegram la sanitaria e hija de agricultores, Lola Guzman, militante de Vox hasta hace un año y presente en casi todas las manifestaciones que se sucedieron frente a la sede socialista de la calle Ferraz. Junto a ella, su abogado y asesor Xaime da Pena Gutiérrez, con despacho en A Coruña, heredado de su padre, especialista en Derecho mercantil y la persona que pagó con 40.000 euros la enorme lona en defensa de la empresa Desokupa en el centro de Madrid.
La presidenta de la Comunidad y el líder del PSOE han iniciado un camino común en busca del centro perdido desde dos extremos distintos, pero con el mismo objetivo: conseguir que Madrid regrese al bipartidismo y dejar fuera de los pactos futuros a Más Madrid y a Vox. Isabel Díaz Ayuso y Juan Lobato quieren elevar el poder del gobierno regional, rebajar el número de diputados y cambiar el nombre de Asamblea por Parlamento. A todo ello se oponen Mónica Garcia y Rocio Monasterio. Prefieren dejar las cosas como están.
Si la candidata del Bloque Nacionalista Galego, Ana Pontón, consigue arrebatar al Partido Popular el Gobierno de la Xunta, con la imprescindible ayuda del PSG, se lo deberá en primer lugar al líder sindical que dirige como Secretario General la Confederación Intersindical Galega desde el 28 de mayo de 2017 durante la celebración de su VII Congreso. Es la auténtica fuerza social del nacionalismo gallego, con más militantes y más representación en todos los sectores industriales que la Comisiones Obreras del vasco Unai Sordo y la UGT del asturiano Pepe Alvarez.
El 13 de febrero será el último día en el que se puedan publicar encuestas en los medios de comunicación sobre las elecciones gallegas. Siempre se podrán publicar en algún medio andorrrano y recoger los resultados como una crónica de opinión. Y, desde luego, seguirán haciéndose en privado para uso de los partidos políticos, tanto para el que ahora detenta el poder, el PP de Alfonso Rueda, como para las cuatro formaciones de izquierda que desean quitárselo, ya se llamen BNG, PSG, Sumar o Podemos.
Si los resultados de las elecciones generales del pasado mes de julio en Galicia se repiten el Partido Popular ganará con comodidad el próximo 18 de febrero y Alfonso Rueda seguirá de presidente de la Xunta. Si en lugar de la participación que hubo en los comicios para elegir parlamentarios en el Congreso se repitiera la abstención que hubo en 2020 para las elecciones al Parlamento gallego todo podría cambiar. Esto último es la esperanza que tienen Ana Pontón desde el BNG y José Ramón Gómez Besteiro desde el PSG. La participación es crucial, al igual ue lo serán los votos de los 300.000 gallegos que viven en el extranjero.
El Triangle
El cantautor independentista Lluís Llach hace tiempo que expresa su rechazo por la línea política adoptada en los últimos años por ERC. Más partidario de una postura como la de Junts, Llach ha acusado de incompetencia a los dirigentes de ERC y ha reclamado que el presidente del partido, Oriol Junqueras, que lleva 13 años liderando, dimita para que la unidad independentista se pueda rehacer .
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y secretario General del PSOE, se hizo ayer en el Congreso un “Mariano Rajoy” para no tener que soportar la derrota de la Ley de amnistía. Dejó el escaño, se marchó y dejó como máxima responsable del Ejecutivo a la vicepresidenta María Jesús Montero, que afortunadamente para su jefe no lleva bolsa al Hemiciclo. Los culpables del monumental “cabreo” del presidente no fueron 180 parlamentarios, tal y como sucedió en 2018, fueron tan sólo los siete que representan a Carles Puigdemont, el espectro independentista que lleva ocho años zumbando, cual “mosca cojonera”, en los oídos de toda España.
Como en la f´ábula de La Tortuga y el Escorpión, Puigdemont no ha podido evitar picar a Pedro Sánchez en plena travesía del río de la Ley de Amnistía, a pesar de que con su acción podrían acabar los dos ahogados políticamente. Hace tiempo que el hombre de Waterloo no obedece más que a sus propios intereses.
El magistrado del juzgado número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, y el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, no se parecen en nada. El primero nació en Valladolid y el segundo en Canarias. Su trayectoria profesional es muy diferente pero los dos tienen hoy un mismo destino en las investigaciones que llevan en curso, las ramificaciones del Process y los sucesos que hace siete años tuvieron lugar en la Ciudad Condal.
Seguro que tanto Pablo Iglesias como Iñigo Errejón , Juan Carlos Monedero, Pablo Bustinduy y el resto de los profesores universitarios que se convirtieron en lideres politicos en apenas 12 meses conocían y han leido a más de uno de los integrantes de los " Angry Young Men", el grupo de escritores británicos que a mediados del siglo XX cambió la forma de mirarse que tenía la sociedad a la que pertenecian.
Es imposible que Emiliano García Page se equivoque en política. Lleva cuarenta años de prácticas ininterrumpidas. Ha sido y es todo loo que se puede ser en su tierra, en Castilla La Mancha: concejal, diputado, consejero, portavoz, vicepresidente y presidente. Ha tenido de profesor a uno de los más listos en ese difícil arte de deslizarse por la política sin caerse nunca del todo como es José Bono, incluso cuando perdía alguna de las batallas. Si se pone a hablar con tres presidentes autonómicos del PP para decirles que tiene un pie dentro y otro fuera del PSOE y que Pedro Sánchez y sus fieles escuderos no perdonan hay qué preguntarse por sus objetivos. Es el último superviviente de ls batallas internas del socialismo.
Tradicionalmente se ha entendido que en las democracias imperfectas occidentales al analizar las luchas entre los partidos políticos parlamentarios había que contar además con otras variables que también de manera habitual se denominaban “las fuerzas vivas” y donde se englobaban a los grandes empresarios, a los líderes financieros, a los medios de comunicación (el cuarto poder) y a la Iglesia.
Centrados como están los partidos políticos con las nuevas elecciones que vienen y los argumentos para derribar de la manera más rápida y letal a sus adversarios, nos olvidamos que tras la larga gestión parlamentaria de la ley de amnistía y la posterior de la realización de un referendum legal en Cataluña, están y seguirán estando los tribunales y los jueces.
Nueve mil kilómetros separan Galicia de China y unos cuantos miles más de palabras sobre la Constitución y las negociaciones con los independentistas catalanes son las que separan a Pedro Sánchez de Emiliano Garcia Page. El presidente del Gobierno se ha dado un baño de militancia gallega para intentar que el PP de Núñez Feijóo no siga en la presidencia de la Xunta; el jefe del Gobierno de Castilla La Mancha intenta que las grandes empresas chinas inviertan en su región. Uno y otro son socialistas, al menos eso dicen.
Todos los años, durante cinco días, los financieros, empresarios y políticos más ricos y poderosos del mundo se reúnen en los Alpes suizos para “enseñar” al mundo por dónde deben caminar los ocho mil millones de personas que habitamos el planeta Tierra. A la llamada anual del presidente del WEF, Klaus Martin Schwab, los obedientes “davosianos” dejan sus países y sus empresas para reunirse en cordial armonía con sus colegas llegados de todas pates del mundo, sobre todo del Occidente económico. La genial idea de un economista alemán que en 1971 pensó en arreglar el inquietante futuro sobre la base de reunir a los poderosos.
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