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No ha llegado todavía a La Moncloa, pero Alberto Núñez Feijóo está mostrando ya su carácter gallego que está saliendo a la luz en cada una de las “no instrucciones” que imparte a los barones regionales a la hora de buscar soluciones para gobernar en las Comunidades donde el PP no ha logrado la mayoría absoluta. “Ni sí ni no, ni todo lo contrario”, frente a las tesis madrileñistas de Isabel Díaz Ayuso de ir al encontronazo con Sánchez y con Abascal. ¿Se repetirá la historia de las relaciones entre Rajoy y Esperanza Aguirre?
Todo parece indicar que Pedro Sánchez no conseguirá renovar su gobierno progresista, el problema es que no será lo mismo perder por 14 escaños que fueron los que le faltaron a Felipe González en 1996 cuando tuvo que ceder La Moncloa a José María Aznar al que también le faltaban nada menos que 20 escaños, que hacerlo por goleada como le pasó a Rubalcaba en 2011 frente a Mariano Rajoy. Lo primero sería una derrota dulce, lo segundo su despedida de la política.
Terminada la Liga de futbol y las diferentes Copas que permiten títulos y llenan las arcas de los clubs, esos otros clubs que son los partidos han decidido alargar la lucha por el título de presidente del Gobierno. Como en el futbol hay dos favoritos, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pero puede que, como ha pasado en la última jornada de la competición futbolística, ambos tengan que esperar hasta el último recuento e incluso hasta la última negociación, una vez el árbitro - que son las urnas - haya pitado el 23 de julio el final del partido.
Han pasado menos de ocho años desde que Pablo Iglesias lograra doblar el brazo a Alberto Garzón para conseguir que Izquierda Unida aceptara poner su organización al servicio de Podemos. Fue un gran triunfo de Iglesias tras no haber podido dar el que más le hubiera gustado a él, sobrepasar al PSOE como hizo Tsipras en Grecia. Ahora, una ex dirigente de IU, Yolanda Díaz, se toma la revancha y logra que Podemos acepte su liderazgo. El poder vuelve a IU, aunque sea bajo el nombre de Sumar.
odo el abanico político que Yolanda Díaz ha conseguido englobar bajo el difuso paraguas de Sumar logró en las elecciones de noviembre de 2019 tan sólo 38 escaños, los 35 de Unidas Podemos, los dos de Más Madrid y el solitario de Compromís. Esa es la cifra casi imposible que la actual vicepresidenta del Gobierno espera alcanzar. Para llegar a ese objetivo no basta con que sume los votos conseguidos por las formaciones muy pequeñas que se quedaron sin escaños, merced al castigo de la Ley D´Hont, debería “recibir” desde el área del actual PSOE un flujo de votos que es más ilusión que realidad.
Olga Heras
La caída a los infiernos de la ministra de Igualdad se ha ido fraguando a lo largo de una legislatura, en la que ha pasado a ser el verso más incómodo del Consejo de Ministros. La estrella de Irene Montero, que brilló en todo su esplendor en los primeros compases de su relación con Pablo Iglesias, se ha oscurecido conforme legislaba desde su Ministerio y emitía sus encendidas arengas desde el Hemiciclo del Congreso, contra jueces, políticos o medios de comunicación, que disintieran de sus propuestas. Tras la “tocata y fuga” de su compañero Pablo iglesias se convirtió en la “bestia negra” de la derecha española y de gran parte del PSOE.
Todo un doctor en Ciencias Políticas y profesor de esa materia debe o debería conocer lo que ocurrió hace 157 años en las costas sudamericanas y que dió lugar a que un gallego y contralmirante de la Armada Real pronunciara una de esas frases que llevamos repitiendo a lo ancho y largo de ese siglo y medio. Puede aplicársela a sí mismo, comentarla con dos ministras que están a punto de dejar de serlo dentro de unos meses, y utilizarla para responder a los que fueron compañeros y ahora enemigos, desde a Yolanda Díaz a Ada Colau pasando por supuesto por Iñigo Errejón.
El 23 de julio no habrá ganador claro, sino simplemente un perdedor. Eso ourre cuando las eleccionse se celebran sin líderes carismáticos que es lo que las sociedades occidentales modernas demandan a los políticos que de esta manera tienen que buscar convertirse en estrellas y cuando no lo consiguen los comicios se convierten en algo gris donde todo se dilucida a los puntos y por cansancio de los electores.
| Pedro Sánchez con la exsecretaria de Estados de Estados Unidos, Hillary Clinton. |
En el mundo del boxeo es el aspirante el que renta al poseedor del título la mayoría de las veces. Sólo cuando el dueño del cinturón está convencido de su victoria élije al contrincante que cree más débil y le deja subir al cuadrilátero. En la política española de estos días está ocurriendo todo lo contrario, es el campeón, Pedro Sánchez, el que renta al aspirante, Alberto Núñez Feijóo, no por considerarlo el más débil; lo que busca el actual presidente del Gobierno es acentuar ante los ciudadanos el mismo mensaje que le llevó hasta el palacio de La Moncloa: la izquierda no tiene otra alternativa, o me vota de forma masiva a mí o le entrega el poder a la dura derecha.
La misma pesadilla que tenía Pedro Sánchez a comienzos de 2019, con Pablo Iglesias paseándose por sus sueños con el cargo de vicepresidente del Gobierno a cambio del apoyo de sus 35 escaños, la tiene ahora Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal exigiéndole lo mismo. El presidente del PP quiere que los escaños que consiga Vox le den la mayoría absoluta en el Congreso a cambio de incorporar exigencias de Vox pero sin ninguno de sus dirigentes en el Ejecutivo.
Tras el batacazo socialista y la euforia popular tanto Pedro Sánchez, con su convocatoria de las generales por la vía rápida, como Alberto Núñez Feijóo con su llamada a mantener el espíritu de victoria, buscan lo mismo: seguir avanzando hacia el bipartidismo perdido.
Una larga noche de recibir golpe tras golpe en toda España han llevado al presidente del Gobierno a tomar la decisión que entraña más riesgo para él y para su partido. La más democrática y la más estratégica para intentar el milagro de la supervivencia. Fiel a su manera de comportarse desde que consiguió la dirección del PSOE, Pedro Sánchez ha lanzado un auténtico órdago a su partido y por encima de todos los dirigentes políticos, a España.
Lo esperaban y lo han conseguido. Tanto la presidenta madrileña como el alcalde de la capital no necesitan a Vox para gobernar. Tienen mayorías absolutas, pero es muy posible que en la negociación global en la que se va a embarcarse el PP, el precio de algunos escaños y concejales en otros puntos impliquen concesiones a Santiago Abascal que puede estar contento. Vox es la única de las tres fuerzas que surgieron desde el 15M que se mantiene en pié.
Comienza la etapa de los pactos en la mayoría de las doce Autonomias y los más de ocho mil Ayuntamientos que estaban en juego este domingo. Habrá ganadores que no gobernarán y ganadores que sí lo harán pero a costa de caras cesiones a sus necesarios compañeros en las mayorías absolutas. La ola azul que pedía Núñez Feijóo se ha convertido en un tsunami en la Comunidad de Madrid, en Andalucía y en la Comunidad Valenciana. Cabalgando sobre élla el presidente de los populares está más cerca de La Moncloa.
España, de cara a las elecciones que marcarán 2004, desde las europeas a las rusas y ucranianas, para terminar en las norteamericanas, se ha convertido en la aguja necesaria para recoser el Continente y, también en la tijera para terminar de romper una UE que hace aguas de la mano de dos mujeres, una alemana, Úrsula von der Layen, y otra francesa, Christine Lagarde, que amenaza con romperse en pedazos políticos y financieros.
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