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Ya sabemos que con los 178 votos que recibió en su elección como presidenta del Congreso y la mayoría de seis a cuatro que ostenta la izquierda del PSOE y Sumar frente al PP, Francina Armengol va a permitir que en la sesión de investidura del futuro presidente del Gobierno, sea quien sea el candidato, las intervenciones de los portavoces se hagan en castellano, en catalán, en euskera y en gallego. Hasta es muy posible que se hable en valenciano, en el bable asturiano, en la fabla aragonesa y, abierto el portón hasta en el castuero extremeño. Ninguno querrá ser menos que el que tiene al lado.
Todo acuerdo tiene un precio y Pedro Sánchez ya ha comenzado a pagar el suyo. Habrá tres lenguas cooficiales en el Parlamento español y en el europeo. Los diputados podrán hablar en Catalán, en euskera y en gallego, además del castellano. A cambio y por 178 votos a favor, mayoría absoluta, Francina Armengol, la expresidenta balear es la nueva presidenta del Congreso y el también socialista Alfonso Rodríguez la vicepresidencia primera, junto a otra que le han dado a Sumar y las dos que tiene el PP, al no querer ceder ninguna a Vox por negar su voto a Cuca Gamarra.
En apenas siete años los sueños de gloria de Pablo Iglesias y Yolanda Díaz se han desvanecido.La izquierda radical que representan va camino de las mismas catacumbas en las que cayó el PCE en el año 1982, con la victoria por mayoría absoluta de Felipe González y casi la desaparición de la representación parlamentaria de los comunistas que habían encabezado, casi en solitario, la lucha contra el franquismo.
Los dos grandes partidos del país han dejado muy claras sus intenciones tras los comicios del día 23 de julio: los socialistas se esfuerzan por hacer olvidar al gobierno de los últimos años, sobre todo en su vertiente más “podemita” a través del nuevo rostro de Yolanda Díaz, y que los ciudadanos que han ido a las urnas, y le han dado por una cómoda mayoría el triunfo el PP de Núñez Feijóo, piensen sólo en sus comunidades autónomas, sus ayuntamientos y hasta en sus calles. Para Pedro Sánchez su derrota, con 122 o 121 escaños, es un triunfo, lo mismo que le pasa a los integrantes de Sumar, Bildu, ERC y hasta el BNG. La suma total impide que la derecha gobierne. Hemos triunfado.
El Sistema, como descubrió Mario Conde tras ser defenestrado y aniquilado de la noche a la mañana, es poderoso y siempre acaba por salirse con la suya. Nadie sabe con exactitud que es el Sistema, pero a bote pronto se trata de una amalgama de grandes capitalistas, lobbys poderosos que se mueven en las sombras, la Iglesia siempre presente en España, políticos, jueces, abogados, periodistas, publicistas y todo un conjunto de personas que trabajan para mantener eso que los americanos llaman el stablishment.
No se querían. Ninguno de los tres, pero Sánchez y Zapatero decidieron que ya era hora de terminar con el influjo de Felipe González en el PSOE y en España. Ausente de la campaña electoral el hombre que fundó el nuevo socialismo español hace 40 años, ya no representa a casi nadie en el futuro del Partido Socialista. Tampoco en la política de Estado y es difícil que mantenga alguna influencia en la vida económica y financiera más allá de sus servicios bien remunerados a Carlos Slim.
Los tiempos para comenzar la nueva Legislatura están claros: entre el 17 de agosto y el dos de septiembre la presidenta o el presidente del Congreso podrá fijar la sesión de investidura de Alberto Núñez Feojóo, el candidato más votado en las urnas y con más diputados en el Congreso. Salvo que ocurra alguna deserción o cambio drástico por parte de algunos de los grupos nacionalistas catalanes y vascos (por el primero de los pactos necesarios que debe hacer el presidente del Partido Popular con Santiago Abascal) será una tentativa fallida. El día y hora de esa sesión la fijará la Mesa del Congreso.
El miedo a Vox ha sido una de las claves principales del resultado final de las elecciones del 23-J, convirtiendo lo que iba a ser un paseo triunfal de Feijóo, al estilo de Rajoy en 2011, en un una victoria pírrica. Una buena parte del electorado que el 26 de mayo se decantó por el PP en los comicios municipales y autonómicos ha preferido bloquear la entrada de Abascal en un hipotético gobierno PP-Vox, a lo que hay que añadir como dato significativos el vuelco de parte de los simpatizantes del independentismo catalán, y en menor medida el vasco, hacia Pedro Sánchez.
Ni el PP con apoyo de Vox y de Coalición Canaria y de Unión del Pueblo Navarro tiene los 176 escaños que necesita para lograr la investidura de Núñez Feijóo; ni el PSOE con los apoyos de Sumar, de ERC, de Bildu, del PNV y del BNG puede lograr la suya. Lo que ocurrió en mayo en las elecciones autonómicas y municipales no ha vuelto a pasar en julio con las generales. El Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo quería mantener de azul el mapa de España, que era rojo hace cuatro años.
El candidato/presidente del PSOE ha logrado lo que todas las encuestas consideraban imposible. Ha perdido en escaños y en votos, por los mismos que perdió Felipe González frente a Aznar en 1996.. Prácticamente está en la misma situación que hace cinco años: si quiere mantenerse en La Moncloa necesitará que le apoyen hasta seis partidos distintos, desde Sumar al Bloque Nacionalista Gallego, pasando por los nacionalistas vascos y catalanes que ya le dijeron anoche que el “precio” de sus votos en el Congreso ha subido. Gabriel Rufián, pese a comprobar que el partido más votados en Cataluña ha sido el PSOE de Salvador Illa, ya le ha dicho lo que quiere ERC, y sin duda el JxCat de Carles Puigdemont, un nuevo Referendum , este vez legal, que el secretario general del PSOE puede prometer pero sin fijar fecha, que es lo que quieren los que desean la independencia.
Aquel segundo gallego que se convirtió en dueño y señor de la derecha española durante quince años y ha vuelto a la sombra del tercer gallego usaba camisa blanca, pantalón corto y paso rápido para llegar desde Ribadumia al monasterio cisterciense de Armenteira.
Acorralado electoralmente por los escándalos el gobierno de Felipe González se sentía perdedor de las elecciones de 1996, que terminó perdiendo. Los sondeos les daban una diferencia respecto al PP de José María Aznar muy abultada, muy parecida la de ahora, de diez a doce puntos en su contra. Necesitaban algo duro, tremendo y a los asesores de las campaña, con el entonces secretario de organización al frente, se les ocurrió sacar al dóberman a pasear.
Hoy, 18 de julio de 2023, las 12 empresas consultoras que han estado lanzando sin descanso bombas de racimo ideológicas sobre nosotros, los españoles, han detenido, por obligación legal, el bombardeo. La pretendida guerra sociológica ha terminado y en cuatro días veremos los resultados. Confrontación desigual por el número de encuestas que han realizado cada una de ellas y todas, siempre, a favor de las tesis o posiciones editoriales de los que las han pagado. El oficial y gubernativo CIS de José Felix Tezanos es el que más dinero se ha gastado y el que mayores errores ha conseguido.
La trilogía de “Regreso al futuro” la rodó Robert Zemeckis en cinco años, es el mismo periodo de tiempo que llevan Pedro Sánchez y el PSOE de la cohabitación con Unidas Podemos en el poder tras habérselo arrebatado a Mariano Rajoy y al PP. Encajaba mejor Pablo Casado en el papel del adolescente Marty McFly pero la ficción trasladada a la realidad política cambió al protagonista. Hoy, Alberto Núñez Feijóo quiere llevar a su partido al mismo punto en el que perdió el poder.
El presidente del PP y candidato a presidente del Gobierno mencionó en el debate de Antena 3 frente a su contrincante, Pedro Sánchez. Una palabra a la que llenó de énfasis: España. No fue más lejos en su visión de esa realidad histórica pero me sonó como si estuviera resucitando una de las épocas más negras ( y ha habido muchas) de la historia de nuestro país. Esa España de Feijóo espero que no sea la que en 1932, siendo residente de las JONS y antes d fundirse con la Falange de José Antonio Primo de Rivera, escribió Onésimo Redondo en su revista tras pasar unos meses en la Alemania de los años 30: España era y debía ser “ Una, Grande y Libre”, cuatro años más tarde escogió el camino contrario, como casi siempre ha hecho de la mano de sus dirigentes. Por eso, recordar un poco de historia, no viene mal a una semana de ir a las urnas y con el que parece que será “papel obligado de Felipe VI “ para evitar repeticiones electorales.
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