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La misma pesadilla que tenía Pedro Sánchez a comienzos de 2019, con Pablo Iglesias paseándose por sus sueños con el cargo de vicepresidente del Gobierno a cambio del apoyo de sus 35 escaños, la tiene ahora Alberto Núñez Feijóo con Santiago Abascal exigiéndole lo mismo. El presidente del PP quiere que los escaños que consiga Vox le den la mayoría absoluta en el Congreso a cambio de incorporar exigencias de Vox pero sin ninguno de sus dirigentes en el Ejecutivo.
Tras el batacazo socialista y la euforia popular tanto Pedro Sánchez, con su convocatoria de las generales por la vía rápida, como Alberto Núñez Feijóo con su llamada a mantener el espíritu de victoria, buscan lo mismo: seguir avanzando hacia el bipartidismo perdido.
Una larga noche de recibir golpe tras golpe en toda España han llevado al presidente del Gobierno a tomar la decisión que entraña más riesgo para él y para su partido. La más democrática y la más estratégica para intentar el milagro de la supervivencia. Fiel a su manera de comportarse desde que consiguió la dirección del PSOE, Pedro Sánchez ha lanzado un auténtico órdago a su partido y por encima de todos los dirigentes políticos, a España.
Lo esperaban y lo han conseguido. Tanto la presidenta madrileña como el alcalde de la capital no necesitan a Vox para gobernar. Tienen mayorías absolutas, pero es muy posible que en la negociación global en la que se va a embarcarse el PP, el precio de algunos escaños y concejales en otros puntos impliquen concesiones a Santiago Abascal que puede estar contento. Vox es la única de las tres fuerzas que surgieron desde el 15M que se mantiene en pié.
Comienza la etapa de los pactos en la mayoría de las doce Autonomias y los más de ocho mil Ayuntamientos que estaban en juego este domingo. Habrá ganadores que no gobernarán y ganadores que sí lo harán pero a costa de caras cesiones a sus necesarios compañeros en las mayorías absolutas. La ola azul que pedía Núñez Feijóo se ha convertido en un tsunami en la Comunidad de Madrid, en Andalucía y en la Comunidad Valenciana. Cabalgando sobre élla el presidente de los populares está más cerca de La Moncloa.
España, de cara a las elecciones que marcarán 2004, desde las europeas a las rusas y ucranianas, para terminar en las norteamericanas, se ha convertido en la aguja necesaria para recoser el Continente y, también en la tijera para terminar de romper una UE que hace aguas de la mano de dos mujeres, una alemana, Úrsula von der Layen, y otra francesa, Christine Lagarde, que amenaza con romperse en pedazos políticos y financieros.
La misma izquierda que el 15 de mayo de 2011 ocupó las calles y sirvió, con sus protestas, que el PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero perdiera las elecciones generales que se celebraron cinco meses más tarde, puede que consiga lo mismo en este 2023. Ahora está dividida como entonces, el pequeño grupo de dirigentes universitarios que se convirtió en su “representante” se rompió por las ambiciones internas, pero logró lo que parecía imposible de conseguir en la España que zozobraba en mitad de la mayor crisis del capitalismo desde hacia cien años, llegar al poder con una Vicepresidencia y cuatro Ministerios en el Gobierno de España.
Seis candidatos para conquistar el palacio de La Cibeles y nada nuevo bajo los focos de Tele Madrid. Tampoco dicen nada nuevo las encuestas y menos las que intentan trasladar los datos a nivel nacional a la realidad de cada Municipio. Las cifras de votos conseguidos por cada formación en 2019, actualizados de cara a lo que puede ocurrir el próximo domingo, arrojan una victoria Indudable para la derecha, con la única duda de si José Luís Martínez Almeida necesitará o no a Javier Ortega Smith para la mayoría absoluta.
La presidenta madrileña y el presidente de Castilla la Mancha se han unido de nuevo en sus ataques a la izquierda que representan Podemos y Bildu. Para Isabel Díaz Ayuso y para Emiliano García Page es una necesidad conseguir la mayoría absoluta en las elecciones del 28 de mayo. La primera sabe que va a ganar y que va a gobernar pèro quiere hacerlo sin la mlestia de Vox; el segundo cree que los votos que necesita para mantener se e el poder tienen que llegar de aquellos que rechazan tanto al PP como al Gobierno de Pedro Sánchez.
En esta carrera de fondo en la que se ha convertido 2023, las doce citas autonómicas y las 8131 de otros tantos Ayuntamientos, son tan sólo una muestra de hasta qué punto los deseos de conservar el poder o alcanzarlo logra que las mentes de los dirigentes políticos se nublen, casi tanto como los de miles de aficinados al futbol que no dudan en insultar y denigrar a los adversarios de sus equipos. Y el escándalo de Valencia de este domingo es un excelente ejemplo, con el árbitro ejerciendo de pirómano sobre el cesped. El socialista Illa espera que una subida del PSC lleve al presidente Pere Aragonés a conovocar elecciones o, al menos, cambiar el Gobierno.
Cinco mítines de otros tantos candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid demostraron, de nuevo, que la palabra debate no refleja lo que se vió en la televisión madrileña en la noche del martes. Encorsetado temáticamente en bloques y bien llevado por el presentador, lo que hicieron desde Isabel Díaz Ayuso - que iba a defender el título y lo defendió - a Alejandra Jacinto -que era la principiante y se le notó - pasando por Mónica García -que quiso y no pudo ejercer de líder de la oposición- hasta Rocío Monasterio - que tenía la obligación de atacar a la izquierda y a la presidenta pero sin pasarse y lo consiguió- para terminar con el candidato del PSOE, Juan Lobato, -que se disfrazó de notario o registrador de la propiedad para imitar en un mal estudiado gesto al “caballero de la mano en el pecho” de Doménicos Teotocopoulos- todos y cada uno de ellos se limitó a leer lo que ya se habían aprendido con mayor o menor fortuna.
La nueva líder de Ciudadanos, Patricia Guasp, intenta una misión casi imposible, la salvación de su partido como fuerza política declarando que el liberalismo es un patrimonio exclusivo del centro y que ellos, los “ciudadanos” son el centro. Dos mentiras en una nota que denotan que su historia y su futuro están lejos de su voluntad.
Tiene este país nuestro la aburrida costumbre de estar en perpetua carrera electoral. Da lo mismo que se aproximen o se alejen la citas con las urnas y que ésras sirvan para elegir presidentes de la Nación , la Autonomía, el Ayuntamiento o la representación en Europa. Miles de encuestas a lo largo y ancho de las Legislaturas llevarán la Felicidad a las empresas consultoras y a los analistas que interpretan apenas mil llamadas telefónicas.
Lo más positivo en estos días de agitación política y nervios en todos los partidos, ha sido el acuerdo entre la patronal que dirige Antonio Garamendi y los dos sindicatos que lideran Unai Sordo y Pepe Alvarez. Acuerdo necesario que debe tranqulizar a las dos partes en loos tres próximos años y que elevarán los salarios en un diez por ciento, en tres fases. Un ejemplo útil que deberían seguir Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. El resto de formaciones, también.
La fecha límite es el 28 de mayo, hasta entonces el Gobierno de Pedro Sánchez no va a parar de lanzar ofertas de todo tipo y hacia todo tipo de personas, desde los más de cien mil pisos para satisfacer una demanda creciente pero que no consigue el ahorro o la hipoteca suficiente, hasta las vacaciones y financiación para sus proyectos a los más jóvenes. Ahí está el “nicho electoral” que puede salvar a la izquierda. Los mayores de sesenta tienen cronificado su voto, y entre los 40 y los 60, lo que antes era amplia clase media ahora se ha quedado en tierra de nadie, con dudas entre lo que hay desde la izquierda y lo que puede venir desde la derecha.
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