El Banco de España ya tiene en sus arcas 140.000 millones de deuda pública comprada a bancos por ejecución del mandato lanzado por el BCE. Las compras van a continuar, ahora con deuda empresarial.
Mientras los inversores retiran dinero de los fondos de renta variable a un ritmo que no se veía desde 2011 argumentando una variedad de motivos que van desde la desconfianza que inspira China al temor al Brexit, los emisores de deuda corporativa viven tiempos de alegre agitación y esta pasada semana han colocado 20.000 millones de euros en deuda, cerca del récord histórico de emisiones en una semana de 22.800 millones que se registró en marzo. Y es que el próximo mes el BCE empezará a comprar deuda corporativa con grado de inversión y los emisores disfrutan del festival por anticipado. Uno se pregunta cuantas veces en la historia se produce el hecho de que un gran comprador acuda regularmente al mercado determinado a comprar una cantidad fija y conocida por los vendedores sin importar el precio. No muchas, creo. Si usted sabe comprar lo que luego puede vender al gran comprador, el negocio es claro.
El Banco de España (versión patria del BCE) ya tiene en sus arcas 140.000 millones de deuda pública comprada a bancos por ejecución del mandato lanzado por el BCE. El conjunto de la eurozona supera el billón de euros hasta la fecha, y como las compras van a continuar, ahora con deuda empresarial, los emisores del mundo acuden a efectuar emisiones en euros en búsqueda de tipos bajos y compradores seguros. En 2016, algo más del 20% de las emisiones de deuda corporativa en euros ha sido emitida por compañías norteamericanas, lo que en algunos casos puede explicar ciertos vaivenes de la cotización el euro/dólar difíciles de justificar atendiendo a los llamados fundamentales.
Nuevas emisiones seguirán en las próximas semanas tratando de adelantarse al referéndum británico del 23 de junio sobre cuyas posibles consecuencias se están pronunciando diversos líderes mundiales en un claro intento de inclinar la balanza del lado de la permanencia de Reino Unido en la UE. La última en sumarse a ese coro de los que tratan de reparar la estupidez del Primer Ministro británico que convocó la consulta como forma de solventar la discrepancia dentro del Partido Conservador, ha sido la Gerente delFMI que advierte a los británicos de la pérdida de valor de sus viviendas. No vamos a discutir aquí que esa pueda ser una de las consecuencias, pero es evidente el intento de bajar el nivel del debate de modo que los ciudadanos sientan que se juegan algo propio cuando decidan el destino de su voto. Al primero al que conviene mantenerse es al Reino Unido, pero no es tan claro que consecuencias a largo plazo tendrá para la Unión Europea haber abierto una membresía a la carta.
Ahora estamos en tiempos de cierto equilibrio, precario según unos e inestable para casi todos, que se vio seriamente amenazado a principios de año y que de momento ha conseguido reestablecerse retrasando el alza de tipos en EE.UU. inyectando liquidez japoneses, europeos y chinos y consiguiendo cierta recuperación del precio de las materias primas aliviando así la presión sobre las economías emergentes. No es extraño pues que el principal par del mercado de divisas esté relativamente encajado en un rango del que amenaza con salir ocasionalmente pero para lo que hace falta algo más que una serie de datos económicos más o menos pobres. Al final de la pasada semana, los datos reforzaron a los más optimistas y la consecuencia fue un cierre de la misma con un tono favorable al dólar que es razonable que continúe esta, pero que no será muy acusado porque apenas nadie cree que la FED vaya a sorprender con un alza de tipos en junio por mucho que mejoren los indicadores estas semanas.