Desde los disturbios de Ferguson, por la muerte del adolescente afroamericano Michael Brown y posterior exculpación del policía blanco que le disparó, a los sucesos de esta semana, cuando dos hombres de raza negra, Alton Sterling en Baton Rouge (Luisiana) y Philando Castile en Falcon Heights (Minnesota), fueron abatidos por la policía de manera violenta y sin motivo aparente, no han pasado ni dos años.
Estas últimas muertes han incrementado las protestas en las calles de los Estados Unidos frente al estereotipo de negro y criminal. Como bien recordaba la madre de Castile, su hijo le solía comentar que no quería llevar su arma porque tenía miedo de que le fueran a disparar primero y preguntar después. Y es que en lo que va de año, 123 personas de raza negra han muerto por disparos de la policía norteamericana, según la Unión Americana de Libertades Civiles. Los agentes de EEUU no parecen haber escarmentado después de Ferguson. Cn Cleveland, Baltimore, Staten Island, Charleston, etc., ha habido muertes de negros a manos de la policía, que han dado lugar a un intenso debate sobre el racismo y la aplicación de las leyes en la primera potencia del mundo.
En lo que va de año, 123 personas de raza negra han muerto por disparos de la policía norteamericana, según la Unión Americana de Libertades Civiles
El policía que asesinó a Brown en 2014 fue absuelto de sus cargos. Las denuncias de abuso y acoso policial a los negros no han cesado desde entonces. Detenciones aleatorias, asaltos y violaciones de los derechos civiles de la población afroamericana han sido denominador común en EEUU. La población de raza negra, 40 millones de personas, representa el 13% de los estadounidenses y un 42% han sido víctimas de la policía incluso sin llevar armas.
El propio Obama reconoció en Varsovia que las muertes de Castile y Sterling no fueron incidentes aislados, sino un síntoma de las disparidades raciales que existen en el sistema de justicia penal americano.
Más de 270 millones de armas
El otro gran problema que Obama, pese a su empeño personal, no ha sido capaz de erradicar es la gran cantidad de armas, más de 270 millones de uso privado, que circulan en los EEUU. En el 37% de los hogares estadounidenses hay un adulto que posee un arma. No es un problema fácil erradicar porque la segunda enmienda de la Constitución reconoce el derecho individual a portar armas para fines legales, y son necesarios dos tercios de los miembros de ambas Cámaras del Congreso para cambiarla.
No es casualidad que esta matanza de policías haya tenido lugar en Dallas (Texas), un estado que desde abril de 2015 permite llevar armas de mano como pistolas o revólveres por la calle y mostrarlas en público. Y desde hace mucho tiempo se puede ver por la calle a personas portando armas de guerra como el AK-47.
Ni la sentada de los congresistas demócratas de hace un mes en la Cámara de Representantes para solicitar medidas que limiten la venta de armas tras la matanza de Orlando ni la reunión de Donald Trump con el 'lobby' de las armas representado por la Asociación Nacional del Rifle, que cuenta con el apoyo del partido Republicano, han conseguido nada para impedir su venta a quienes están siendo investigados por el FBI por vínculos con el terrorismo y a los que, por ejemplo, sí se les impide subir a un avión.
Exclusión social de la población negra
Pese al gran apoyo que Obama ha recibido siempre de las minorías, no ha logrado revertir durante sus mandatos las graves desigualdades sociales que existen a nivel de renta, educación o empleo entre la población de raza blanca y la afroamericana. Disturbios como los que ocurrieron en Baltimore hace poco más de un año fueron causados en su mayoría por adolescentes y jóvenes negros. Este segmento de población tiene un menor acceso a la educación, mayores tasas de fracaso escolar y tiende a la marginación y a la exclusión social en un país donde el paro afecta en un 4% más a los afroamericanos que a los blancos y donde la esperanza de vida es cuatro años menor en los negros.