Se afirma que la duda forma parte de la inteligencia, pero en este caso es sólo producto de la perplejidad.¿Cómo se ha llegado a esto?. En el PSOE, a la hora de la verdad, nadie ofrece respuesta. Era obvio, y en más de una ocasión así se ha relatado estas mismas líneas, que la situación del PSOE era peligrosa, que las épocas de silencio espeso no auguraban nada bueno y que las sucesivas derrotas electorales son difíciles de soportar para el PSOE y para cualquier partido.
Pero ¿como se ha llegado a esto?. El PSOE perdió votos en Diciembre y aún más en Junio. La deriva hacia abajo estaba sentenciada y confirmada por los resultados de Galicia y País Vasco. ¿No ha habido tiempo para cuestionar a la dirección?. ¿Alguien podía pensar en el PSOE que en Junio los resultados iban a ser mejores que en Diciembre?. ¿Cómo es posible que se haya tardado tanto en reaccionar?.
Hay que preguntarse cómo se ha llegado a esto cuando en Diciembre el Comité Federal aprobó por unanimidad las líneas rojas de lo que debía ser la estrategia socialista en relación a la gobernabilidad de España y de acuerdo con ello, Pedro Sánchez se ha hartado de decir una y mil veces que no a un Gobierno de Rajoy. ¿Por qué nadie rechistó cuando dijo aquella famosa frase de que parte del no no había entendido el hoy Presidente en funciones?. ¿Por qué no se plantaron en los propios órganos del partido los que ahora integran el denominado sector crítico?. ¿Por qué no esperar al Comité Federal del sábado?.
Pedro Sánchez se escuda en la militancia, en las primarias, pero sin que le temblara el pulso fulminó a Tomás Gómez y más recientemente en Galicia, cambio de un plumazo las listas. Nada más llegar desnudó a buena parte de sus eurodiputados de sus competencias y así unos cuantos episodios más. ¿Han descubierto ahora a Pedro Sánchez?. ¿Pensaron que era capaz del milagro electoral?. ¿Se ha desviado de lo decidido por el Comité Federal?. ¿Que estrategia proponen los críticos callados ante los tres "noes" imposibles?.
Desde hace mucho tiempo, demasiado, las aguas socialistas bajaban mansas, que, como se sabe, son las más peligrosas. ¿Por qué Pedro Sánchez ha esperado al último minuto para lanzar semejante órdago?. ¿Por qué propone un Gobierno alternativo que sabe de antemano es inviable?. ¿Cómo es posible que destacados socialistas tengan que dar ruedas de prensa en la acera?. ¿Si se estaba en contra del no es no (en el fondo es ese y no otro el debate) no ha habido tiempo para hacerlo saber de manera clara y contundente?. El espectáculo no puede ser más lamentable, la dialéctica empleada es de las que deja huella y la crisis en la que está inmerso el socialismo español bien lacerante.
Por trastazos electorales que se haya llevado el PSOE, hay que pensar que 130 años de historia sirven para algo, que no se va disolver como un azucarillo, pero lo que estamos viendo no tiene parangón y si hubiera que buscar alguno habría que retrotraerse a la famosa crisis del PNV que acabó en escisión. Se produjeron paraguazos entre militantes, palabras gruesas y sospechas mutuas de conspiraciones que nunca se comprobaron.
Ahora hay quienes dentro del PSOE están entregados al debate jurídico y es probable que así tenga que ser, pero bueno es no equivocar los términos. Todo lo que tenga que ver con estatutos es asunto de procedimiento y aun siendo verdad que los partidos deben ser fieles a las normas que se han dado, lo que de verdad se libra es una batalla política y de liderazgo que ha encontrado cauce a través del procedimiento. Cuesta entender que Pedro Sánchez, sabiendo como sabía lo que se cocía dentro de su partido, haya tardado tanto, haya apurado tanto los plazos para la convocatoria de un comité federal y posterior congreso. Ha sido realmente temerario abrir precisamente ahora la caja de los truenos, salvo que creyera que esos truenos eran pura fantasía. Pues no. Ahí estaban quietos y parados y han estallado, se han hecho oír, y nada menos que en dos días, de manera atronadora aunque está por ver si de forma responsable. Y así está el PSOE, enfrascado en una batalla fratricida, con destacados socialistas en la calle, con persianas echadas. Todo resulta demasiado increíble, demasiado tosco hasta el punto de faltar a las más mínimas formas. Ningún militante de ningún partido tiene que verse en la calle.
Como los acontecimientos se comen unos a otros es difícil lanzar presagios, pero todo apunta a que Pedro Sánchez va a resistir. No son pocos los que esto le aconsejan y parece que él mismo se siente con fuerza para soportar este vía crucis. Con una militancia entristecida, con unos dirigentes que sienten el vértigo del abismo, Pedro Sánchez, por su propio bien, debería irse porque aún cuando pudiera ganar el enorme pulso en el que está instalado el PSOE, ya nada sería lo mismo.
La rapidez y la dureza de los acontecimientos impiden evaluar las consecuencias, la hondura de la crisis es de tal calibre que no cabe imaginar algo que haya hecho más daño al PSOE que este estallido compartido de dignidad que llega tarde y cuando las cosas no se hacen a tiempo y en forma el resultado final casi nunca es el deseable. Lo que se ignora es cual va a ser ese final.