Eufórico, Pedro Sánchez asegura que va a arrasar en las primarias del PSOE. Y puede que así sea tras la aparición de un aliado secreto con el que nadie contaba: ni más, ni menos que el Partido Popular de Mariano Rajoy. En apenas una semana y cuando faltan diez días para que comience de forma oficial la campaña interna para elegir a un nuevo secretario general, el aspirante se ha encontrado con el gran regalo de sus adversarios.
Sin Presupuestos Generales de 2017, el presidente del Gobierno se ha puesto la primera de las vendas que va a necesitar en estos días: los importantes son los de 2018 ya que el techo de gasto aprobado permite "gobernar" con la prórroga de los del año anterior. El resto son las heridas a las que Pedro Sánchez va a echar toda la sal que pueda para vengarse de Mariano Rajoy pero, sobre todo, para derrotar a la actual presidenta de la Junta de Andalucía.
Atrapado en la abstención que propició la investidura del líder del PP, el PSOE de la Gestora y de Antonio Hernando no sabe qué hacer ante el órdago calculado y oportunista de Pablo Iglesias: moción de censura, algo más duro, directo y comprensible para los ciudadanos que la revocación, el "cachete" parlamentario que PSOE y Ciudadanos quieren dar a dos ministro y, de paso, al fiscal general del estado y al responsable de la Fiscalía Anticorrupción.
El escándalo de Ignacio González y todo el caso Lezo, sumado a la comparecencia como testigo de Rajoy ante el tribunal de la Gurtel, las acusaciones a la delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, las acusaciones hacia Equipo Económico, el despacho que fundara Cristobal Montoro, la dimisión de Esparanza Aguirre y la posterior comparecencia del jefe del Ejecutivo para explicar en el Congreso la financiación de su partido, todo ello, dejan en una situación muy precaria al PP y a su líder, y proporcionan la mejor de las municiones a Pedro Sánchez y los suyos.
Desde Moncloa y la se de central del PP se va a intentar que Rajoy no compared a en ninguno de esos "tribunales" hasta después del 21 de mayo, fecha en la que los socialistas ya habrá elegido a su secretario general, cruzando los dedos para que esa persona sea Susana Díaz y no el hombre del "no es no" reconvertido en marxista del puño en alto y dispuesto a pactar con Podemos para sentarse en La Moncloa.
Si la situación política y social se vuelve tan asfixiante como las que llevaron a la dimisión de Adolfo Suárez en enero de 1981, y al primer gobierno de José María Aznar en mayo de 1996 tras dos largos meses de incertidumbre y negociaciones con nacionalistas catalanes, vascos y canarios, es más que posible que Rajoy tenga que llevar al Rey Felipe VI una nueva disolución de Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones en otoño.
En ese escenario son muchos los que recuerdan que tanto con la salida del poder de Suárez, como con el adiós de Felipe Gonzalez, la Monarquía encontró los apoyos que necesitaba para afianzarse ante los ciudadanos. Y preguntan y se preguntan: ¿ es posible que Felipe VI encuentre en un hipotético gobierno de izquierdas los mismos argumentos que llevaron a sun padre a pedirle a Suárez su renuncia?