En concreto, según el hallazgo publicado en la revista 'Scientific Reports', han observado que un fragmento nuevo distinto del beta-amiloide, denominado C-terminal, cambia su concentración antes de las primeras manifestaciones clínicas de la enfermedad.
En las tres últimas décadas se han ensayado más de 200 fármacos sin resultados positivos y, en opinión de los expertos, una de las razones de la falta de eficacia de los fármacos podría deberse a que se están utilizando demasiado tarde, cuando ya hay una gran muerte neuronal, por lo que actuar en los inicios de la esta patología, es fundamental.
Hasta ahora se había prestado especial atención al péptido beta-amiloide, que se supone causante de la enfermedad y es detectable en el líquido cefalorraquídeo.
Sin embargo, "su uso como biomarcador se ve comprometido en fases tempranas y se da la paradoja de que mientras sus niveles están aumentados en el cerebro de los enfermos de Alzheimer, el péptido beta-amiloide no enriquece el líquido cefalorraquídeo en la misma proporción porque queda secuestrado en las placas amiloides", ha explicado el profesor Javier Sáez Valero, que ha codirigido la investigación.
Por eso, en esta investigación, este investigador y su equipo se centraron en otros fragmentos de la proteína precursora del amiloide (APP) que se generan en paralelo al más conocido beta-amiloide, pero que no presentaran el problema de la agregación en cerebro.
Cuando esta proteína se encuentra en la membrana de las neuronas y es cortada en distintos puntos por tres enzimas, denominadas secretasas alfa, beta y gamma. La alfa produce fragmentos inocuos, mientras que las otras dos dan lugar a proteínas que se acumulan en el exterior de la célula formando las placas, y que, según la hipótesis amiloide, causan los daños cerebrales.
QUEDAN FRAGMENTOS EN EL INTERIOR DE LAS NEURONAS
En todos los casos quedan fragmentos C-terminal en el interior de las neuronas, y en estos precisamente se ha fijado el equipo de Sáez-Valero, ya que son los que han encontrado "de manera inesperada" en el líquido cefalorraquídeo.
En concreto, han demostrado que uno de estos fragmentos terminales de la Proteína Precursora del Amiloide (APP), que se creía que no era estable, sí lo es y además está aumentado en líquido cefalorraquídeo de personas con diagnóstico clínico de Alzheimer, así como en las primeras fases de la enfermedad.
También han comprobado que los niveles de este fragmento están aumentados en el líquido cefalorraquídeo de sujetos con una forma de aparición temprana de enfermedad de Alzheimer genéticamente determinada.
De igual forma se midieron los niveles de este nuevo biomarcador en personas con síndrome de Down, que expresan niveles anormalmente altos del beta-amiloide por su trisomía genética, ya que el gen de esta proteína se encuentra en el cromosoma 21 triplicado. En esta población el diagnóstico es genético y definitivo, por lo que es muy útil para corroborar la potencialidad de un biomarcador.
Este es un paso esperanzador, pero los autores del estudio advierten que todavía queda un largo camino de desarrollo antes de poder trasladar sus resultados a la clínica hospitalaria, ya que se deben caracterizarse mejor los nuevos fragmentos de APP y desarrollar protocolos de medida más fáciles y reproducibles que los aplicados en la investigación.