Por eso cuando la alcaldesa, elegida a dedo por consenso entre su marido José María Aznar y Alberto Ruiz-Gallardón, anunció que su primera rueda de prensa iba a ser para hablar del cielo de Madrid todo el mundo sospechó que iba a proclamar alguna de sus particulares creencias y así fue: “No se por qué se asocia constantemente la imagen de Madrid a la polución cuando en Barcelona se respira peor aire”. Parecía que estábamos en un partido entre el Barça y el Madrid, a ver quien respira la peor atmósfera. Pero mucho peor ha caído entre los ecologistas la segunda afirmación que hizo: “la contaminación está provocada por la falta de lluvias”. A su lado, el concejal de Medio Ambiente, Antonio de Guindos –hermano del nuevo ministro de Economía- trataba de pasar desapercibido enfrascado en los papeles que llevaba para anunciar que se va a colocar un nuevo filtro a los tubos de escape de los autobuses para eliminar malos humos de la capital. La respuesta de los ecologistas ha sido contundente: “No es el tiempo el culpable de la polución que se respira en Madrid, sino los coches”, además de ratificar algo que se sabía, que en los cuatro años que la señora Botella lleva al frente de Medio Ambiente no se ha hecho nada para mejorar el aire que se respira en Madrid, más bien todo lo contrario. Se han eliminado puestos de control y se han cambiado otros de sitio para que los datos cuadren, es decir se han hecho los cambios suficientes para que las estadísticas que se tienen que presentar ante la Unión Europea sean aceptables. Hay calles de la capital donde directamente se pueden mascar las partículas que vuelan en el aire en horas punta de tráfico. Es verdad que Ana Botella no ha sido la única que ha intentado negar la realidad de la contaminación, porque ya el primer alcalde de la democracia, Enrique Tierno Galván, trató de justificar la famosa “boina” que se puede apreciar sobre Madrid afirmando que era producida por el polvo que levantaban los madrileños al andar. La “boina” que veía Tierno Galván no ha hecho más que aumentar en la misma proporción que lo ha hecho el parque automovilístico: cada día circulan por la capital un millón de vehículos, que provocan una mezcla de CO2 más partículas de plomo y otros muchos metales pesados. Los ecologistas no niegan que la situación se agrave cuando no llueve o cuando no hace viento, pero también esta falta de fenómenos meteorológicos pueden estar provocados por la polución atmosférica. Un estudio realizado por el colectivo “Globalízate” va más lejos y aventura que la contaminación excesiva podría hacer como un escudo que evitaría la llegada de nubes y que estaría detrás de esa falta de lluvias cada vez más frecuente. Es innegable, por ejemplo, que el calentamiento que provocan los automóviles al circular por el asfalto ha hecho que las nevadas que antiguamente caían en Madrid al menos diez o doce días al año, prácticamente han desaparecido y cuando caen lo hacen de manera muy focalizada con efectos muy devastadores, como ocurrió el 9 de enero de 2009. La única medida que parece que va a tomar Ana Botella en 2012: eliminar las zonas azules para aparcar en las calles madrileñas, convirtiendo de golpe todas las plazas en verdes –que son el doble de caras que las azules- tiene más que ver con las necesidades de recaudación del Ayuntamiento de Madrid, el más endeudado de España, con más de 8.000 millones de euros, que con la lucha contra la contaminación. La polución amenaza no sólo a los humanos, ya que cuando llueve el agua que cae del cielo arrastra también gran parte de las partículas nocivas que circulan por el aire provocando lo que se conoce como “lluvia ácida” y que ha provocado graves enfermedades a los árboles del principal parque de Madrid, el Retiro, y a otros pulmones verdes, como la Casa de Campo. Sólo el viento limpia de verdad la atmósfera de las grandes ciudades y ya ha habido pruebas, por ejemplo en México D.F. para colocar grandes ventiladores que renueven el aire continuamente. Pero en el Ayuntamiento de Madrid, no quieren enterarse.