El órdago de Aguirre
martes 21 de octubre de 2014, 21:41h
Si Sheldon Adelson no instala en Madrid su Eurovegas, la presidenta madrileña se habrá quedado sin nada que ofrecer a los ciudadanos en esta Legislatura. Su instinto político le ha llevado a buscar una salida: el órdago de la supresión de cargos públicos y una posible reducción de su Gobierno.
Olvidados los grandes proyectos de innovación y desarrollo, el futuro económico de la Comunidad de Madrid pasa por la instalación de la ciudad del juego que proyecta el magnate norteamericano Sheldon Adelson. Y a las dificultades de la competencia por parte de Barcelona ahora hay que añadir todas las dudas que se le presentan al promotor de Eurovegas ante la situación de la economía española en particular, y de la europea en general. La depresión no casa bien con el juego y el ocio que propone, de ahí sus dudas y el retraso en la toma de la decisión definitiva.
Al margen de los juicios morales que ha emitido el obispo de Getafe sobre el proyecto, en el que ve un compendio de todos los males sin mezcla de bien alguno, la realidad es que Esperanza Aguirre no cuenta con otras bazas para la Legislatura que termina en 2015. Con restricciones en todas las áreas y un déficit que ha doblado lo previsto hasta hace apenas unas semanas, su capacidad de maniobra es muy limitada. No puede promover inversiones desde la Administración, ni afrontar grandes obras públicas, y tendrá que enfrentarse a duros meses de tensión social por los recortes en Sanidad y Educación.
Dotada de un fuerte instinto de supervivencia política y de un gran olfato para descubrir las tendencias populares, la presidenta ha puesto en marcha su propio "plan B", que consiste en ofrecer la futura cabeza de unos cientos de dirigentes y representantes políticos: menos diputados, menos concejales, menos gasto en personal, y reducción de salarios. Aguirre se pone al frente de la manifestación y encauza el descontento de los ciudadanos con sus representantes. Si no puedo proporcionaros ilusión - parece decir con sus propuestas - al menos os entregaré a una parte de la clase política. Su eclecticismo queda patente una vez más, pues el número de representantes políticos en los distintos niveles de la Administración no ha dejado de aumentar desde que llegó al poder. Pero a la presidenta no s ele tuerce el gesto si tiene que cerrar la mayoría d elas empresas públicas o convencer a su partido de que de los 129 escaños que hay en la actualidad en la Asamblea madrileña sobran la mitad, lo cual, por otra parte y pese a su carácter populista, es una verdad como un templo.
Si Eurovegas se termina instalando en Alcorcón proporcionará un respiro al Gobierno regional, y desde luego al alcalde de la localidad y a su equipo, que han tenido que afrontar el pago de unos cuantos cientos de millones de deudas; pero no ocultará por completo el otro problema que tiene Esperanza Aguirre sobre la mesa y que es el bajo tono, la escasa visibilidad, la desaparición pública de su equipo. Es cierto que sin presupuesto es muy difícil hacer "cosas" en las Consejerías, pero si repasamos nombres y cargos veremos que de las ocho personas, la mayoría permanece desconocida para la población, sin que sean capaces de "emitir" mensajes políticos y sociales.
Hasta el propio vicepresidente y portavoz, Ignacio González, está mucho más apagado que hace unos meses, quizás dando gracias todavía por no haber logrado la presidencia de Bankia, tal y como han sucedido las cosas en la entidad financiera. Más refugiado en su despacho de la Puerta del Sol, González ha negociado bien la salida del Canal de Isabel II tras la renuncia ala privatización parcial por el escaso interés del mercado.
Lucía Figar está en horas bajas, lo mismo que Javier Fernández Lasquetty, dos valores del nuevo PP a los que se les presumía un gran futuro y que pueden estar siendo víctimas de la crisis, tanto en lo que se refiere a su proyección hacia el exterior como a su liderazgo interno en el partido. Con todo son los más reconocibles junto a Percibal Manglano de todo el Gabinete, este último por heredar de Antonio Beteta la cartera más difícil y tener que negociar con Adelson, por un lado, y con los empresarios y sindicatos madtileños por otro.
Ana Isabel Mariño tiene el Territorio y el Medio Ambiente pero sin las "fuerzas económicas" que necesitaría para hacerse notar. Y lo mismo cabe decir de Salvador Victoria y de Pablo Cavero, dos nuevos en el gobierno que dan la imagen de estar totalmente perdidos en Asuntos Sociales, por un lado, y en Infraestructuras, por otro.
Queda Regina Plañiol, tal vez la más desconocida, pero sin recursos en su doble Consejería va un pooo a remolque de lo que vaya proponiendo el ex alcalde Ruiz Gallardón desde el Ministerio de Justicia.
Con este panorama y tras escuchar las intenciones de la presidenta de devolver competencias al Estado - entre las que se encontrarían educación y sanidad - no es de extrañar que dentro del PP estén esperando un cambio de gobierno con reducción de carteras, en un ejemplo más de "austeridad" por parte de Esperanza Aguirre. Sea por el ejemplo, sea por la necesidad de "cubrir" la falta de iniciativas por la necesidad de los recortes y - también - la falta de imaginación de algunos consejeros, lo cierto es que las apuestas por el cambio de caras están sobre la mesa.