Los Yébenes no es nueva york
martes 21 de octubre de 2014, 21:41h
Se llama Olvido Hormigos y ha saltado a la fama, muy a pesar suyo, por intentar hacer al mismo tiempo de actriz y directora de cine.
Hay gente que dimite a la primera de cambio y otros que no se van del escaño ni aunque le echen por la cabeza aceite hirviendo. Digo esto porque, después de estar unos días fuera de España,he estado a punto de perderme la noticia sobre una concejala del pueblo de Toledo, Los Yébenes, que ha decidido dejar su escaño porque alguien ha colgado en la red un video erótico que ella misma se había autograbado.
Como ya ha saltado a la fama muy a pesar suyo, no sirve de nada no decir su nombre, así que doña Olvido, de mejor ver que el alcalde de su pueblo, lo está pasando ahora menos bien que durante la grabación. Vivir en una localidad pequeña es a veces más complicado que residir en Nueva York, porque los cotilleos y las maledicencias cercanas hacen más daño que las noticias de un telediario.
Yo, al igual que su jefa en el PSOE,Elena Valenciano, creo que no debe dimitir por una cosa así, porque montarse una fiesta privada, aunque sea a solas y sin más invitados, es algo que debería estar amparado por la constitución. Sin embargo lo que no tiene perdón es que sea tan ingenua o confiada como para no saber que enviar el archivo de ese video por correo a alguien, aunque ella creyera que era de confianza,es más peligroso que meterse en un estanque con pirañas.
Al parecer, según ha dicho el alcalde del pueblo, la gente de Los Yébenes ya había oído hablar del contenido erótico de la película que se grabó a sí misma la concejala y como esa localidad tiene una población de 6.573 habitantes, la edil debió llegar a considerar que no eran tantos como para interrumpir su carrera política por un quítame allá esas pajas, pero cuando su historia en imágenes traspasó la frontera de su localidad y a través de la red se conoció incluso entre los miembros de la convención demócrata del candidato Obama, cambió de opinión.
Yo insisto en no estar de acuerdo con que dimita porque no importa el número de personas que la hayan visto sino su convicción de que no ha hecho nada malo.
Lo único que tiene que hacer a partir de ahora es alejarse durante un tiempo de las cámaras de video y de los ordenadores, porque ambos aparatos los carga el diablo. Y además debe intentar descubrir (que tal vez lo sepa ) quién es el que colgó su video en Internet, y pasado un tiempo, cuando esté desprevenido, cortarle los huevos.