Rajoy quema sus naves
martes 21 de octubre de 2014, 21:41h
El único miedo que tiene es a la sublevación espontánea masiva de los funcionarios., la mayor parte votantes del PP, que sigue creciendo
Al igual que hizo Hernán Cortés para evitar que sus soldados huyeran ante el ataque de los aztecas, Mariano Rajoy ha decidido quemar las naves y así empujar a los cada vez más remisos dirigentes del PP a seguirle para ganar o morir. La subida del Iva, nada menos que tres puntos, y la eliminación de la paga extra de diciembre a los funcionarios va a enfrentar a la derecha con una parte muy importante del electorado, con los empresarios y con esa clase media que se había creído lo del capitalismo popular (jugar en la bolsa, comprar acciones de las grandes empresas, etc).
La respuesta de los funcionarios madrileños –en su mayor parte votantes de Esperanza Aguirre- echándose a la calle para protestar contra las medidas que Rajoy iba desgranando los recortes sorprendió al Gobierno y a la propia Policía, hasta tal punto de que el presidente del Gobierno se vió obligado a salir, una vez más, por la puerta de atrás del Congreso, y los dirigentes populares tuvieron que encerrarse en sus despachos de la calle Génova rodeados por una masa de empleados públicos la mayor parte procedentes de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, que están muy cerca. A lo largo de los días siguientes, varios de los rostros más conocidos del PP han tenido que permanecer en sus casas, protegidos por la policía, sin atreverse a salir por miedo a que sus propios vecinos les abuchearan. Los propios empleados de La Moncloa salieron para abuchear a los tres ministros que dieron la rueda de prensa después del Consejo: Luis de Guindos, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro, que son, para más inri, los tres funcionarios públicos.
La propia delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, tuvo que refugiarse en un restaurante y en un hotel cercanos a su casa cuando volvía de hacer unas compras y fue identificada por los manifestantes que iban desde la sede del PP a la del PSOE a manifestar también su repulsa por la postura de Alfredo Pérez Rubalcaba. Cifuentes tuvo que escuchar muchos insultos de los manifestantes, pero cuando entró en el hotel también la recepcionista la trató bastante mal.
Rajoy tuvo que adelantar su discurso en el Congreso del PP andaluz también para evitar que los funcionarios sevillanos se concentraran para decirle lo que piensan de las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros donde se las leyes y decretos aprobados fueron mucho más allá de lo expuesto por el presidente del Gobierno, que ha dejado las mentiras de Zapatero como meras bromas comparadas con las trolas que está metiendo en sus declaraciones públicas.
Los funcionarios no parece que vayan a parar su escalada de protestas y ya se anuncian nuevas movilizaciones y formas de protesta como llevar camisetas negras al trabajo.
Es evidente que Rajoy está haciendo exactamente lo contrario de lo que prometió en su campaña electoral, pero es que además ha decidido que todo el PP se solidarice con sus mentiras, cosa que hasta ahora ha logrado como se pudo ver en los encendidos aplausos que recibió de sus diputado a medida que iba anunciando los recortes y que contrastan con las lágrimas que la ministra italiana vertió en su Parlamento cuando tuvo que anunciar las medidas contra la crisis.
Incapaz, como Zapatero, de luchar contra el fraude fiscal o de subir los impuestos a los más ricos, como quiere hacer Hollande en Francia,Rajoy ha tirado por la calle de en medio con una subida brutal del iva que va dirigido precisamente a obtener ingresos seguros de trabajadores asalariados, de los que pagan religiosamente todos los meses la luz, el gas y el agua. Todos los intentos de controlar, por ejemplo, el fraude en el iva, han sido desechados, cosa que, por ejemplo, está más extendido en los trabajadores autónomos. Por supuesto tampoco se ha tratado de evitar la fuga de capitales de los millonarios que además presumen en sus tertulias y comidas de haber depositado ya sus dineros en Suiza o Alemania. Ni siquiera la amnistía fiscal decretada por el Gobierno hace unos meses ha conseguido evitar la sangría.
La única consigna hoy en el PP es resistir como sea la marea ciudadana espontánea –lo que anuncian los sindicatos les preocupa menos- y tratar de evitar que la situación de orden público se les vaya de las manos. Todo con la “promesa” del líder de que al final de la legislatura las medidas habrán dado resultado y la población aceptará que Rajoy tenía razón al imponerlas. Más o menos lo que Zapatero estuvo esperando hasta el último minuto en el que tuvo que convocar elecciones tras perder la esperanza de que sus medidas habían parado la crisis. Todo se fía a que en 2015 la tempestad haya pasado y sino llegará el “batacazo” para todos.
Los pocos intentos de rebelión interna contra Rajoy, protagonizados por el ex alcalde de León y senador, Juan Morano, que junto a dos tres aragoneses y dos canarios, rompieron la disciplina de voto en el senado y votaron a favor de mantener las ayudas a la minería del carbón, han sido duramente castigados y hasta ha habido un intento de censurar a los presidentes de Castilla y León, y Extremadura por abstenerse en la votación para aprobar la reducción del déficit al 0.7% del Pib regional en 2013. Incluso, el presidente gallego, Alberto Nuñez Feijoo aclaró que había votado a favor por disciplina pero que no estaba de acuerdo.
Rajoy no descarta que en los próximos meses haya que tocar de nuevo los dos sectores básicos que conforman el grueso de los gastos de las Autonomías: sanidad y educación, además de un tercero que depende totalmente del Estado: las pensiones que podrían sufrir una rebaja del 5% para conseguir otros 5.000 millones de euros.
Aznar y Aguirre, ni pío
La subida del iva en tres puntos ha dejado mudos a dos de los máximos dirigentes del PP, adalides del ultraliberalismo, que han hecho de la bajada de los impuestos su señas de identidad política, Ni José María Aznar, ni Esperanza Aguirre han dicho esta boca es mía, salvo alusiones generales a las obligaciones que nos impone la Unión Europea. Simplemente han hecho como que no se han enterado o como que se trata de una medida coyuntural que será revisada rápidamente, pero la realidad es que se han quedado sin habla.