Todos sabian que era una mentira politica pero la admitieron por una razòn principal: querian echar a Mariano Rajoy de La Moncloa y al Partido popular del poder. Lo deseaba la izquierda nacional y la derecha autonòmica. Cumplido el primero de los tràmites, la mentira se hizo carne y se despojò de la promesa repetida varias veces en el òrgano de la soberanía nacional: de convocar elecciones lo antes posible pasamos a “ realizarlas en el mejor momento posible” y de ahí a llegar al final de la Legislatura.
Fijado el calendario en 2020, con los preceptivos juegos de veladas amenazas electorales, y el soniquete de la Cataluña independiente en la boca del duo presidencial que vive en Ginebra y Barcelon, Pedro Sánchez ha mostrado todas las cartas que le permite su ambiciòn y que tienen como objetivo en esa mesa de poker que es la politica española gobernar durante dos Legislaturas completas. Estos dos primeros años no cuentan.
El presidente ya ha pedido a los suyos y al resto de los ciudadanos llegar en el poder hasta 2030 para lograr la justicia social y el gran cambio en la España del sIGlo XXI. Una aspiración muy moderada si recordamos los 25 años que pedía Alfonso Guerra para conseguir que a nuestro país no lo conociera ni la madre que lo parió. El socialismo siempre pide tiempo para cambiar las cosas y la derecha patria parece que se empeña en ponérselo fàcil.
Si el PSOE de Felipe González dijo aquello de “OTAN, de entrada no”, este nuevo socialismo de Sánchez le está copiando en lo que cambiar promesas irrealizables por realidades de poder. Ya llevamos unos cuantos volantazos en la gestión gubernamental, con freno y marcha atrás en cuestiones que van de la defensa de las pensiones a la venta de armas a países como Arabia Saudí. Entre elegir que los saudies puedan utilizar granadas españolas para bombardear a yemenies y la construcciòn de cuatro fragatas en Navantia, nos quedamos con los barcos y dejamos que la honra la dediendan otros en las arenas de la penïnsula arábiga.
Para entender a Pedro Sànchez hay que repasar su propia historia politica: entró de concejal de rebote, entrò de congresista de rebote, logrò convertirse en secretario general del PSOE en contra del aparato y cuando èste lo mató políticamente y parecía destinado a engrosar el huesario de los difuntos, regresò y volviò a ganar al segundo intento con unos votos - los suyos - que apenas daban para ejercer la oposiciòn. Gobierna con 84 escaños, lo que nunca habrían conseguido ni Adolfo Suárez, ni Felipe Gonzalez, ni Jose María Aznar, ni José Luís Rodriguez Zapatero, ni Mariano Rajoy.
Sabe junto a su equipo de confianza que está en precario, tanto en el exterior como en el interior del PSOE, pero lo ocurre lo mismo a sus oponentes, ya se llamen Pablo Casado, Pablo Iglesias, Quim Torra o Susana Diaz. Esa es su ventaja: ningün dirigente político está seguro de su poder y procura alargar lo más posible su examen en las urnas.
Sin ambición nadie resiste en política. Se necesita ese plus personal para decir en publico más mentiras que verdades, para estar dispuesto a pelear en la escalera por cada peldaño que lleva a la cumbre. Y Pedro Sànchez tiene tanta o más ambición de los que han ocupado el palacio de La Moncloa. Quiere gobernar hasta 2030, una meta que le colocaría, de lograrla, tan sólo por debajo de su compañero González. O espabilan los demás competidores o es capaz de lograrlo.