El sueño imposible de Manuel Valls
martes 21 de agosto de 2018, 19:37h
No pudo subir el último escalón de su sueño político en Francia y ahora intenta lograr lo imposible en España. Manuel Valls, que nació en Barcelona hace 56 años, por deseo de su padre emigrante, ya ha sido alcalde, diputado, portavoz gubernamental, ministro del Interior y primer ministro en la República gala. Un subir lento en el escalafón del Partido Socialista que tenía a Michel Rocard como jefe de su ala más conservadora y a François Mitterrand como el izquierdista que supo conquistar el poder. En medio de los dos estaba el ambicioso y afanoso e impaciente Valls.
Quiso ser el candidato de los socialistas franceses por dos veces. Y perdió las dos. Apoyó a Segolene Royale pero fue su ex marido, el presidente Hollande quien le hizo por dos veces primer ministro. Allí acabó su ascenso en la política de la República y en las filas del PSF tras 38 años de permanencia en sus filas.
La crisis catalana le dio un motivo para regresar a la ciudad en la que nació en 1962, Barcelona, con la esperanza de jugar un papel en la política española inédito e interesante: ser el primero en convertirse en alcalde de una gran ciudad de un país tras haber sido el segundo del gobierno nacional de otro. Napoleón tuvo que someter a dos Reyes y desplegar todo un ejército para colocar a su hermano en el trono de España, los apoyos de Manuel Valls permanecen más en la sombra que en la luz.
Su imposible está en que para conquistar Barcelona tiene que convencer a muchos de que él es la mejor baza para desalojar a la izquierda de Ada Colau y Podemos del poder municipal. Tiene conseguido - parece - el sí de Ciudadanos pese a las reticencias de Ines Arrimadas y las dudas de liderazgo de Albert Rivera. Es insuficiente. Necesita sumar por el lado del nacionalismo español ya que es muy difícil que vayan a darle un empujón hacia arriba desde las filas de la antigua Convergencia y desde las actuales de Esquerra. Tanto Puigdemont como Torra y Junqueras no parece que estén entre sus devotos políticos.
Puede que sí convenza al menguado PP catalán de Xavier García Albiol pero hacerlo con los socialistas de Miquel Iceta se antoja empresa imposible. Además, desde todos los ángulos de la vida política catalana se piensa que el deseo de Valls de convertirse en alcalde de la Ciudad Condal es tan sólo un primer paso para pelear por ser el futuro presidente de la Generalitat. Dos ambiciones con calendario y que se pueden quedar en mero experimento dentro de la política europea.
La experiencia está de su lado, es una realidad. Ningún otro aspirante tiene su historial. Y ningún otro candidato despierta tantos recelos e incluso miedos en su entorno. La ambición y el trabajo le acompañan, la suerte final, aquella que permite subir el último escalón, no. Hasta ahora.