Pedro Sánchez a Susana Díaz: “Aquí mando yo”

Al presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas no le gustan las primarias. En eso se parece al resto de los líderes políticos. Se hartan de decir que la voluntad de las bases, de los militantes, es la que decide y cuando no les gusta lo que sus compañeros de partido deciden, imponen el “aquí mando yo” y se quedan tan tranquilos.

Sánchez se ha asegurado que pase lo que pase el 28 de abril en las urnas el Grupo parlamentario del PSOE va a estar a sus órdenes. Y a las de José Luís Abalos, Adriana Lastra y Santos Cerdán, el triplete que sirve de guardia pretoriana al hombre que regresó del frío para alcanzar La Moncloa de forma sorpresiva y sorprendente.

Si las elecciones generales le mantienen en el poder las posibilidades de Susana Díaz para presentarle oposición interna serán nulas. La ex presidenta andaluza cree tener una nueva oportunidad en los comicios municipales de mayo pero puede encontrarse de nuevo que desde Madrid le enmienden las listas. Su jefe y enemigo íntimo no está dispuesto a conceder el perdón a ninguno de los que le “echaron” de la secretaría general la primera vez y tampoco a los que le siguen “molestando”.

Nada de dejar enemigos internos que puedan “levantarse” y causarle problemas si no logra mantener el gobierno nacional. Fuera casi toda la vieja guardia salvo los que ya se salvaron en su regreso como la vicepresidenta Carmen Calvo. El resto a los infiernos de las listas - Fernando López Aguilar irá en el puesto quince para Europa cuando en 2014 fue el cuarto - o definitivamente jubilados como José Blanco, Ramón Jauregui y Enrique Guerrero.

En Andalucía y Aragón la venganza de Sánchez es más palpable. Algunos intentarán un puesto en el Senado y otros ya pueden volver a sus oficios o trabajos anteriores a la actividad política, salvo que Susana Díaz y Javier Lamban les repesquen a nivel autonómico o municipal. Más listo estuvo el presidente extremeño, que se pasó con armas y bagajes al nuevo líder en su vuelta, y ahora lo ha estado el castellano manchego Emiliano García Page, reconvertido en “sanchista” más por la obligación de la supervivencia que por la devoción que pueda sentir por su secretario general.