Al político y al músico les separan dos generaciones y un nombre les une, el de “Dire Straits” o lo que es lo mismo en español: “Graves Apuros” o “Situación Desesperada”
Cuando “Café Racers” se transforman en “Dire Straits” Pablo Casado no había nacido. 42 años más tarde, el nombre de la mítica banda le encaja políticamente como un guante. El mismo día que el hijo músico del arquitecto húngaro, judío y comunista obligado a exiliarse a Gran Bretaña tocaba en la capital del Reino, el presidente del PP descubría su “Situación desesperada”.
A las nueve de la noche del domingo 28 de abril de 2019 los primeros datos del recuento electoral aparecen en las pantallas de los televisores del país. Ese diez por ciento ya da a la izquierda 163 escaños, con los socialistas muy por encima de todos los demás grupos. Es el momento del primer whatsApp:
— Dime por favor cómo van los resultados. Estamos en el concierto, que es fantástico.
— Las encuestas - le contesto - que dan los periódicos son las de Gad 3 y el CIS, con una media de un 10% más de participación. Queda mucho por delante.
Estaban escuchando a Mark Knopler en su despedida de los escenarios en Madrid mientras comenzaba el recuento de los votos que darían una cómoda victoria a Pedro Sánchez y una presencia de la ultraderecha en el Congreso mucho menor de lo esperado. Louis d´Abrilville y su mujer, Therese, son dos incondicionales del guitarrista y cantante escocés. Le siguen en sus conciertos como solista con la misma pasión con la que seguían las actuaciones de su antigua banda, conn esa mezcla de rock, blues y folk que une a varias generaciones.
El político hace dos meses que ha cumplido 38 años. El músico cumplirá 70 en agosto. Dos generaciones les separan. Y un nombre, el que Mark, su hermano David y su amigo John ponen al grupo, les unen en esta alocada primavera madrileña: “Dire Straits” o lo que es lo mismo en español: “Graves Apuros” o “Situación Desesperada”. ¿Hay dos palabras que resuman mejor la delicada situación a la que se enfrenta el líder del PP tras perder 71 escaños en las urnas?.
Estoy seguro que el periodista, compositor, guitarrista y cantante, de haber sabido lo que estaba ocurriendo en la sede central de los populares en la calle Génova, con apenas diez personas en una solitaria acera, huérfanos de celebraciones, le hubiera dedicado una de las mejores canciones que grabó con su banda, tal vez “Brothers in arms”, una imagen bélica que sería la banda sonora de la campaña electoral que han protagonizado Casado y su equipo.
Con Louis y Theresa comemos el lunes para disfrutar del plato más típico de la cocina madrileña pese al asalto que los calores protagonizan en los alrededores del Palacio Real. En “La Cruzada” nos permiten una larga sobremesa en la que comentar desde “el síndrome de Stendhal” que persigue a los que aquejados de amor contemplan la Santa Croce de Florencia, como las aventuras y desventuras que el escritor francés inventor del realismo le hace correr a Fabrizio del Dongo en “La Cartuja de Parma”.
Es más que posible que bajo el seudónimo Henri Beyle tuviese varios empleos, alguno de ellos muy ligado a los servicios secretos franceses,m lo que le permitió viajar por toda Europa bajo la apariencia de un fiel servidor del estado imperial, al mismo tiempo que amante bien enseñado por Madame Rebuffel.
La conclusión política de los cuatro es tan simple como una de las máximas eternas de la vida pública: que parezca que todo cambia, para que nada cambie. Los empresarios piden al castigado Casado y al exultante Rivera que se abstengan con sus votos en el Congreso para permitirle a Pedro Sánchez formar gobierno sin el apoyo de los independentistas y la izquierda de Podemos. Lo mismo de siempre. Y es que los hombres del dinero no parece que sean muy duchos en las lecturas de la historia.
Terminamos hablando de Michel Piccolí y de “Habemus Papam”, la película de Nanni Moretti que se puede ver en Movistar. Es de 2011 pero no parece que hayan cambiado mucho las circunstancias ni en el Vaticano, ni en España. Los Papas no desaparecen, se ocultan, y a los políticos les ocurre lo mismo.