Estamos en campaña electoral y con los temas de “comer” no se juega y las pensiones, todo tipo de pensiones, es uno de ellos. Poco importa que las cantidades a percibir en los casos de viudedad vaya a ser uno de los debates obligados del próximo gobierno, como ha apuntao inoportunamente el secretario de Estado para disgusto de Valerio
Muy pocas veces un ministro/a ha dejado con el culo al aire a su secretario/a de Estado como lo ha hecho la ministra Magdalena Valerio con su secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado. El tema objeto del rapapolvo: las pensiones de viudedad.
Estamos en campaña electoral y con los temas de “comer” no se juega y las pensiones, todo tipo de pensiones, es uno de ellos. A Granado se le ocurrió plantear que habría que cambiar los métodos y las cantidades a percibir en los casos de viudedad para, en su opinión, hacerlos más justos y equitativos. Una opinión que adelanta uno de los debates obligados para el próximo gobierno, sea del color que sea, pero que es tema tabú cuando se acercan las citas con las urnas.
El secretario de Estado conoce muy bien de lo que habla, pero es inoportuno a ojos de su ministra y de su presidente del Gobierno. Entre 2004 y 2011 con los últimos gobiernos de Rodríguez Zapatero ocupó el mismo cargo, con tres ministros diferentes. Primero con Jesús Caldera, más tarde con Celestino Corbacho, y por último con Valeriano Gómez. El era y es el experto y en esa condición lo repescó Pedro Sánchez, más allá de su condición de secretario federal del PSOE de Economía y Empleo.
Cualificado pero inoportuno. Lo que plantea será necesario dentro de una Seguridad Social que hace aguas y necesita recalibrar ingresos y gastos. Hoy, a un mes de las cruciales elecciones generales en las que los socialistas se juegan seguir en La Moncloa o ser expulsados del poder, las reflexiones de Granado han sonado entre sus compañeros como una provocación innecesaria hacia el colectivo de los pensionistas.
El camino de. Magdalena Valerio para llegar a ser ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social es muy distinto. Quiso ser alcaldesa de Guadalajara y no lo consiguió pero bajo el mandato de José María Barreda como presidente de Castilla la Mancha fue consejera de Trabajo, de Turismo y de Administraciones Públicas y Justicia. Experiencia variada y muy política. Con carácter y acostumbrada a mandar sin titubeos. Lo que le gusta a su presidente actual. Por eso y con la vista puesta en el 28 de abril, salió como una centella a desmentir, corregir, reñir y darle varios tirones de oreja a su número dos.
De las pensiones, ahora, no se habla salvo que sea para asegurar todas las veces que sean necesarias que se elevarán y sobre todo aquellas que afecten a los menos favorecidos, sean o no viudas o viudos, hayan cotizado más o menos. El gobierno y el partido que lo sustenta no puede colocarse enfrente de unos cuantos millones de votantes.
Granado se ha olvidado de la carrera electoral y Valerio lleva puesto el dorsal en todos y cada uno de loos actos en loos que participa. El Pacto de Toledo, con todas sus ventajas e inconvenientes, su necesaria actualización y las polémicas partidistas y económicas que desata está esperando al próximo Gabinete. Puede que la ministra de hoy no lo sea en el mañana, y puede que el secretario de Estado tenga que ser uno de los negociadores que desde las filas socialistas articulen las pensiones de los próximos años. Cuestión de tiempo, de muy poco tiempo.