Salvo que los dirigentes políticos estén jugando al “mentiroso”, el 10 de noviembre España volverá a votar para elegir a un presidente del Gobierno. Un fracaso que debería avergonzar a los protagonistas. No de igual manera, ni con las mismas consecuencias si los ciudadanos deciden darles una lección.
Olvidadas sus apelaciones a la abstención de la derecha, Pedro Sánchez y sobre todo su segunda, Carmen Calvo, culpan un día sí y otro también a Pablo Iglesias y a Podemos de que no haya gobierno progresista y se tengan que repetir las elecciones.
Ni un gesto, ni una palabra de autocritica, y mucho menos de cambio de actitud. El presidente en funciones, al igual que los empresarios, no quiere ver a ningún dirigente de la formación morada sentado en el Consejo de Ministros.
Se arriesgan en el PSOE a perder el poder por una suma de escaños de las tres derechas y algún que otro empujón que pueden recibir desde Canarias e incluso desde Cantabria, que el presidente Revilla mirará primero por su tierra y por mantener los acuerdos que ha conseguido con los socialistas si su PRC repite escaño y éste es necesario para que Pablo Casado se siente en La Moncloa. No será nada personal, tan sólo política.
Sin “mentirosos” ni “traidores”, los resultados del 10 de noviembre pueden dejar el equilibrio político tal y como está ahora. Sánchez tendrá de nuevo que negociar con Iglesias para ese gobierno de izquierdas que ha planteado, o volver a pedir la abstención del PP y Ciudadanos para salir elegido en una segunda vuelta. Cuatro meses perdidos en poner en marcha este país, que lo necesita con la vista puesta en el Brexit, por un lado, y la amenaza mundial de entrar en recesión económica, por otro. Dos escenarios a los que nuestros líderes políticos ni mencionan.
El presidente del PP, con su nueva imagen “barbada” ya ha encontrado a su mano izquierda y a su mano derecha. Para la primera le sirven tanto el presidente gallego como el líder popular en el País Vasco; para la segunda tiene a Cayetana Alvarez de Toledo, la portavoz parlamentaria. Los dos primeros defienden los acuerdos con el PSOE para evitar elecciones así como las diferencias autonómicas. La tercera en discordia representa justamente lo contrario. Casado se mueve en el eje de ese péndulo, que busca lo mismo que su propuesta de “España Suma” , refundar de nuevo el centro derecha como fórmula para ganar en las urnas. Es difícil que cuaje en las listas para el Congreso, pero puede ser la mejor fórmula para el Senado. Y desde la Cámara Alta controlar al Ejecutivo socialista, si es que el PSOE ganase las posibles elecciones y lograra formar gobierno.
Desde Ciudadanos ya han planteado por enésima vez su estrategia basada en lo que llaman “el problema catalán”. Albert Rivera está pensando en la tensión e incluso en la violencia que puede generar la sentencia del “Process” por lo que no ha dudado en pedirle Pedro Sánchez una “cumbre a dos” para aplicar el 155 en Cataluña. Al mismo tiempo ya adelanta que su posición no cambiará dentro de dos meses. El no al actual presidente en funciones seguirá siendo un no.
El que menos problemas tiene para mantener su posición es Santiago Abascal. Vox está cumpliendo con su papel en autonomías y ayuntamientos y espera mantener - siempre si hay elecciones el 10N - sus resultados y ser la pieza básica para cualquier intento de sumar de PP y Ciudadanos. En mucha menor escala es lo mismo que aguarda Ana Oramas desde Coalición Canaria. Un voto puede dar o quitar una presidencia.
En Podemos no tienen alternativa. No pueden darle ni un sólo votos a Pedro Sánchez salvo que quieran otorgarle una victoria por K.O., lo que llevaría a Pablo Iglesias y Alberto Garzón a acer sobre la lona del cuadrilátero político para no volver a levantarse. Si vamos a las urnas tendrán que defender sus 42 escaños con uñas y dientes, provincia a provincia, voto a voto. Es posible que lo logren o que, al menos, su anunciada pérdida en las encuestas sea mínima. Conseguido ese objetivo volverían a ser imprecindibles para el PSOE pero su situación en la mesa de negociaciones sería incomparablemente mejor.
Y el Rey, dispuesto a escuchar los mismos argumentos del mes de julio viendo como España no levanta cabeza por culpa del egoismo y la soberbia de los dirigentes políticos.