Las exigencias del ala dura de la Unión Europea, liderada por los cuatro jinetes del Apocalipsis económico que para España e Italia son los primeros ministros de Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia, los llamados “frugales”, chocan de forma directa con los acuerdos firmados entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para gobernar hasta 2023.
El viernes 19, el Consejo de Europa que preside el belga Charles Michel se reunió telamáticamente para acordar que debía volver a reunirse , si es posible, a mediados de julio. De la propuesta de la Comisión que preside la alemana Ursula van der Leyen de crear un fondo de 750.000 millones para ayudas por la crisis del Covid 19 nada de nada. A esperar hasta que haya un “consenso emergente” y se superen las evidentes “dificultades” entre los países del norte y del sur. Son palabras de Michel, que unidas a las de la canciller Angela Merkel: “ los puentes que tenemos que construir todavía son grandes”, revelan la cruda realidad a la que se enfrenta España: los esperados, soñados, necesarios 140.000 millones de euros que llegarían a España se van a retrasar y tienen condiciones, tanto políticas como financieras y sociales.
Para empezar, tanto los dos dirigentes socialdemócratas: Mette Frederikssen, de Dinamarca, y Stefan Löfven, de Suecia; como los conservadores Mark Rutte, de Holanda, y Sebastian Kurz, de Austria, quieren que el gobierno de Sánchez se presente en septiembre con los deberes, los Presupuestos Generales, bien hechos para su aprobación en todas las asignaturas.
Nada de pasos atrás en las reformas laborales que aprobó el gobierno de Mariano Rajoy, todo lo contrario, más avances en la misma dirección. Nada de aumento en las pensiones, todo lo contrario. Nada de más sueldo para los funcionarios y aumento de su número en las distintas Administraciones,todo lo contrario. Austeridad y mucha.
No les gusta el Salario Mínimo Vital, no les gusta el descontrol de los ERTE y su duración, no les gustan las medidas de “integración” culturales puestas en marcha. En resumen: no les gusta casi nada de lo que está haciendo y quiere hacer el actual Gabinete de coalición.
Con nombre y apellidos: les gusta la vicepresidente y ministra de Hacienda, Nadia Calviño; y no les gusta nada el vicepresidente y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias. Lo que proponen y quieren es una moción de censura en toda regla contra el dirigente de Podemos, al que creen políticamente amortizado, sin pensar que hoy por hoy es el elemento que asegura el equilibrio inestable sobre el que se mueve el Ejecutivo, los votos que ganaron la moción de censura y que han permitido mantener el “estado de alarma” hasta el 21 de junio.
Los cuatro “frugales” - que no lo son en realidad en sus propios países y que incluso, como es el caso de Suecia, gobiernan con apoyo del centro-derecha y los ex-comunistas - exigen que el apoyo político al Presupuesto español y a las medidas que salgan de su cumplimiento, esté apoyado por más de doscientos escaños en el Congreso, justo la suma que darían el PSOE y el PP si firmaran el deseado acuerdo para la reconstrucción de España.
Quieren un compromiso de austeridad y solidaridad por encima de la coyuntura política. Les molesta la actitud de Podemos tanto como la del PP, por no hablar de su nulo interés por un acercamiento que se diese con Vox y los nacionalistas, y si con la nueva “oposición” constructiva de Ciudadanos. Cero para Santiago Abascal, notable para Arrimadas, y nuevo examen de idoneidad en septiembre para PNV y ERC.
Están dispuestos, al igual que lo estarían Francia y Alemania llegado el momento, a elevar la “nota” de Pablo Casado y el Partido Popular si el acercamiento que protagoniza Ana Pastor se mantiene y crece en el tiempo. Incluso “perdonarían” a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, su radicalidad temporal a cambio de que apoyase sin fisuras las cuentas futuras presentadas en los Presupuestos y la línea de la titular de Economía, tanto si sigue en el Gobierno como si “llega” a la presidencia del Eurogrupo.
La forma de repartir los 140.000 millones que le tocarían a España, de acordarse y asumir por parte de Sánchez un control en la distancia del cumplimento de lo firmado, podría mantener las dos vías que contempla la prpuesta de Ursula von der Leyen: 77.000 millones en trasnferencias, que no había que devolver; y 63.000 en créditos a 30 años con un interés muy bajo, tendiente a cero.
Un verano muy complcado el que se abre ante España, su gobierno, sus bancos, sus empresas y sus ciudadanos. Necesitamos la ayuda de Europa y ya sabemos que se va a retrasar, por más que tanto desde el Fondo Monetario como desde el Banco Central llamen a aumentar el gasta y cuanto antes, mejor. En Bruselas, los tiempos se aceleran o relantizan a través del propio lenguaje y de las citas de sus dirigentes. El “consenso emergente”, traducido al lenguaje de la calle, quiere decir que “verdes las han segado” o más castizo: “no vendas la piel del oso cuando ni siquiera lo has cazado”. Todo indica que desde el Gobierno nos has vendido a los ciudadanos que la cacería de fondos europeos ya había terminado con éxito mientras los osos siguen en la montaña que es Bruselas.