La ministra de Hacienda ganó la primera de las batallas que se van a librar para la aprobación de los Presupuestos para 2021. Montero consiguió que 198 parlamentarios dijeran no a las enmiendas a la totalidad que se habían presentado con la sopa de letras que forman el PP y el BNG, Vox y la Cup. Quiere cuadrar un círculo en cuyo centro está Unidas Podemos.
Conseguir que un gobierno de izquierda socialdemócrata se mueva con un Presupuesto liberal de derechas que sea apoyado por Ciudadanos al mismo tiempo que por ERC parece una misión imposible; casi tanto como que ese mismo gobierno consiga aprobar ese mismo Presupuesto con el apoyo de toda la izquierda sabiendo que en Bruselas, desde el Consejo a la Comisión, y con el Banco Central y el FMI en el inmediato horizonte, se los van a rechazar. Política social ajustada al cambio de modelo económico que quieren tanto Merkel como Macron para Alemania y Francia y el resto de países de la Unión Europea. Menos gasto y más inversión; menos ayudas a los colectivos afines y más apoyo a las empresas que pueden crear puestos de trabajo.
Sin Presupuesto, aprobado por un más que amplia mayoría en el Congreso, no llegarán las indispensables ayudas desde Bruselas y Frankfurt. Lo tienen bien claro Pedro Sánchez y Nadia Calviño; también Pablo Iglesias, pero el vicepresidente segundo prefiere hacerse el sueco, que es lo mismo que querer abordar el futuro con los materiales del siglo XIX.
Desde una parte de la izquierda del estado y de la izquierda nacionalista se piensa que la revolución es posible, que el cambio de modelo económico y social que tiene hasta ahora España se puede hacer a base de decretos y planes gubernamentales. Son tan modernos, tan actuales, tan llenos de las nuevas tecnologías y con tanta confianza en las posibilidades “dictatoriales y elitistas” que ya permite la Inteligencia Artificial y el control de los comportamientos sociales, que el pasado, la tradición, la estructura sobre la que lleva siglos moviéndose este país, puede cambiarse con la simple voluntad que emana del poder gubernamental.
Desde el Boletín Oficial del Estado quieren o pretender conseguir lo que no se ha hecho desde la larga negociación, desde el aún más largo enfrentamiento entre las clases sociales. Inés Arrimadas y Ciudadanos son incompatibles con ERC, al igual que lo son con el Bildu vasco, la Cup catalana y el BNG gallego. Es y va a seguir siendo así en los próximos meses y años. Dos formas de entender el estado, la sociedad y la forma de regular la convivencia. Es un problema para la ministra Montero y para el presidente Sánchez. No es el más importante.
El ataque más duro que se produjo en el primero de los debates Presupuestarios hacia la líder de Ciudadanos no lo protagonizo Gabriel Rufián, el portavoz de ERC; lo hizo Echenique, la voz parlamentaria de Unidas Podemos. Las dos “almas”, los dos proyectos de izquierdas que están dentro del Gobierno no son compatibles a la hora de defender las máximas aspiraciones que se sellaron en el pacto de coalición.