El discurso de Felipe VI en el Congreso reivindicando el papel de su padre en defensa de la Constitución durante el 23 de febrero de 1981 ya tiene su mejor explicación. Tras los silencios sobre Juan Carlos desde su salida de España, hacia un exilio sin exilio, el Monarca Sánchez negocia con Pedro Sánchez su regreso, con el pago de unos millones a Hacienda como único requisito.
Ponerse al día con los impuestos no será suficiente. Hay que conseguir que una mayoría política en el Congreso se una en este “nuevo contrato” entre la Monarquía y la representación política del pueblo. Han sido tantos los ataques, las denuncias, los testimonios, los dineros sacados a la luz que el comportamiento del Rey Juan Carlos y su vida en España tendrá que ser muy distinto.
El Ministerio de Montero pide sus “deudas” reales mientras el de Justicia de Juan Carlos Campo indaga en los caminos que puedan impedir cualquier procesamiento del anterior titular de la Corona, sean cuales sean las declaraciones en sede parlamentaria y en sede judicial del ex comisario Villarejo. Para ese viaje hacia la impunidad pactada el Gobierno necesita, sí o sí, el apoyo del primer Partido de la Oposición. Pablo Casado, al igual que les ocurrió a Manuel Fraga y a José María Aznar tiene una difícil tarea: asegurar la Monarquía en España o abrir aún más la grieta por la que se cuele la Tercera República.
No va a ser tarea fácil y menos tras el resultado de las elecciones catalanas. El Rey Juan Carlos se marchó para que los ataques a la Monarquía se fueran apagando. No ha sido así y el hotel de lujo en los Emiratos se ha convertido en una prisión de lujo de la que necesita salir. Volver a España no va a ser fácil por más acuerdos políticos, judiciales y tributarios que se hagan. Basta con repasar lo sucedido en nuestra más reciente historia.
Durante el último siglo y medio España ha conocido dos Monarquías y siete reyes y dos reinas; 2 Repúblicas con una muy larga de presidentes de las mismas; y 2 Dictaduras tan duras y blandas como la mente de los dictadores exigía. La sombra de los generales tras el fracaso de los políticos siempre ha sido alargada hasta finales del siglo XX con sus tres intentos de asonadas protagonizados por generales y coroneles varios nada más arrancar nuestra actual Democracia. Y los problemas políticos, económicos y sociales estaban y siguen estando en el centro de las causas de nuestros males durante varios siglos sin que podamos hablar de " tranquilidad política" la mayor parte de ese tiempo. La Historia a veces enseña y otras se esconde.
Recordemos que hace apenas ocho años, con la jefatura del estado y la cabeza de la Casa Borbón representada por un Juan Carlos I más en entredicho que nunca, un domingo del sol de abril y un aniversario cargado de memoria llenaron las calles con miles de personas que reivindicaban la República como forma de gobierno para España, con el himno del general Riego y la bandera tricolor como homenaje al pasado de dos siglos.
Tal vez aquel aniversario de 2013 se convirtió en la espoleta de una abdicación tan pedida por los " poderes fácticos" como negada por el propio imteresado. Y dió lugar a una situación inédita, fácil de explicar y difícil de entender: tenemos dos reyes y dos reinas que, a veces queriéndolo o sin querer, se hacen luz de gas. El mejor de los ejemplos: el exilio sin exilio de Juan Carlos.