Nuestra ministra de Hacienda está atrapado en las páginas de un libro publicado hace cincuenta años. Lo escribió el premio Nobel Jacques Monod para intentar explicar toda la evolución humana desde dos principios básicos que nos han acompañado durante miles de millones de años, el azar y la necesidad. María Jesus Montero ya sabe lo que es el “universo helado de soledad” en el Gobierno. Le basta con mirar a izquierda y derecha del Consejo de Ministros y pensar en Bruselas.
El primero de esos principios es el azar, el mismo que le llevó a estudiar medicina para no ser médico y sí gestor de hospitales, paso previo para ingresar con voz y voto en el mundo de la política andaluza hasta convertirse en Consejera de Salud y luego de Hacienda, con Susana Díaz de presidenta. Sin ese azar no se habría encontrado con la necesidad de Pedro Sánchez de tener una ministra de Hacienda cuando ganó su moción de censura.
El segundo, la necesidad de Sánchez confluyó con su propia necesidad de alejarse de Sevilla, de su matrimonio con un dirigente de Comisiones Obreras y del asfixiante liderazgo de su “ protectora”, quien muy pronto y con menos lecturas medico-filosóficas que María Jesus, pronto se encontraría que el voluble e impredecible azar cambiaba de color en su tierra y le entregaba el poder autonómico, por primera vez en democracia, a un inesperado Moreno Bonilla. Fueron los resultados electorales de la derecha de la derecha los que explicaron lo imposible, que no es sino parte del galimatías en el que se ha envuelto la política española en su conjunto, y la andaluza en particular.
No era fácil recoger la herencia de Cristobal Montoro, que se había olvidado del azar que le llevó a conocer a Rodrigo Rato y a Mariano Rajoy desde la necesidad de ambos con José María Aznar, para ponerse a cambiar todo el andamiaje económico elaborado por el ministro popular de tal manera que nada cambiara a los ojos de la siempre vigilante y odiosa Comisión Europea.
Montero es previsible que leyera el libro de Monod desde 1970 - fecha de su publicación- y que haya visto la película de 2012 de Juan Antonio Bayona sobre el tsunami que arrasó en 2004 las costas de Tailandia. Con el primero habrá encontrado en estos días las magníficas aplicaciones que tiene la biología a la política, y que si las proteínas de los seres vivos se mueven entre la teleonomía y la morfogénesis autónoma, las actuaciones públicas del poder responden a los mismos o similares estímulos. Con la segunda hagrá aceptado que por mucho que pueda parecer imposible, todo aquello que es obra de una o varias personas es incontrolable en algún momento. El tsunami de la Comunidad de Madrid es un magnífico ejemplo.
De nuevo está obligada a releer las páginas del Nobel francés, muerto demasiado pronto por un derrame cerebral tan producto del azar como tan injusto por la necesidad que tenía Europa de su voz y su ejemplo.
Por la crisis económica, por las necesidades de tesoreria nacionales, y por la lucha interna socialista en su Andalucia natal, se han encontrado con que el azar al que ya se refería el griego Demócrito hace dos mil quinientos años le va a llevar a la necesidad de una explicación pública en uno de los peores momentos para la credibilidad de las instituciones, y que esa explicación solo encuentra en el propio azar su razón de ser dado que lo que realmente es imposible es la explicación posible de lo sucedido.
Hay un principio básico en las sociedades modernas hipercomunicadas y con reacciones instantáneas en las redes sociales: la falta de información desemboca en el rumor, la desinformación y la pérdida de credibilidad por parte de los responsables de esos "agujeros negros", junto a una cada vez mayor divergencia entre la autoridad delegada y el poder constituido. En este caso entre los ciudadanos que votan y eligen y los elegidos que gobiernan ya sea desde el Ejecutivo o desde la oposición, que desde ambos lados se ejerce esa función en una sociedad plenamente democrática.
María Jesus Montero hace apenas unos meses era una firme candidata a ser la sustituto de su ex jefa en la Junta de Andalucía. Era una necesidad de su actual líder en el gobierno de la Nación. El azar creado desde los errores de terceros ha hecho que los dioses a los que adoraba Demócrito les hayan vuelto la espalda.