Juan Espadas y Susana Díaz se enfrentarán por la dirección del PSOE andaluz.
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Juan Espadas y Susana Díaz se enfrentarán por la dirección del PSOE andaluz.

El referendum andaluz que Sánchez no puede perder

miércoles 26 de mayo de 2021, 22:00h

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La elección interna del socialismo andaluz en busca del rival que se enfrente al actual presidente de la Junta, Moreno Bonilla, se ha convertido de hecho en un Referendum para Pedro Sánchez, una consulta que no puede perder tras las cuatro derrotas que lleva acumuladas desde que se sentó en La Moncloa: Cataluña, Murcia, Castilla y León y Madrid.

Susana Díaz no quiere despedirse de la política, algo que ocurrirá si pierde el próximo 13 de junio frente a Juan Espadas, el candidato que apoyan desde Madrid. Sus posibilidades frente al alcalde de Sevilla tienen mucho más que ver con la guerra interna que existe en el PSOE “histórico” contra Sánchez que con las diferencias de programa que puedan tener los dos rivales. Gane quien gane la oferta electoral que hagan a los andaluces será la misma.

Si la ex presidenta se juega su salida real de la política, Espadas se juega dejar la alcaldía a cambio de liderar la oposición al PP o tener que pactar con una izquierda tan dividida que convierta los pactos de Sánchez con Pablo Iglesias y Alberto Garzón en un juego de niños. La división de lo que fue Podemos, con Teresa Rodríguez dispuesta a convertir “Adelante Andalucía” en una copia más “roja” de lo que fue el Partido Andalucista de Rojas Marco, es un paso más dentro de la tedencia regionalista que parece adueñarse de los herederos del cada vez más lejano 15M.

El socialismo andaluz es la Federación más fuerte dentro del PSOE desde que Felipe González y Alfonso Guerra lo llevaron al poder interno, primero, y al poder en España en 1982 más tarde. Por encima de cualquier otro, incluido el madrileño y el catalán. Esa es una de las razones para que hay tantos ministros andaluces en puestos claves en el Gobierno de Sánchez, desde la vicepresidenta Carmen Calvo a la titular de Hacienda, María Jesus Montero, pasando por el responsable de Justicia, Juan Carlos Campos, y el ministro de Agricultura, Luís Planas, que no es andaluz de nacimiento pero Si de adopción política desde su antiguo cargo de Consejero de la misma materia en el Gobierno andaluz.

Pedro Sánchez necesita que gane Juan Espadas, por una razón de estrategia hacia el exterior y “copiando” lo que ya hizo en Cataluña con el ministro Illa para sustituir a Miquel Iceta: un nuevo rostro que permita a los votantes comprobar que la oferta socialista ha cambiado. Esa es la razón oficial y pública del apoyo presidencial y de la dirección del partido. La otra es más personal y de propia supervivencia: Sánchez sabe que dentro del PSOE, entre los barones territoriales, cuenta con más adversarios que amigos. Una derrota en Andalucía le debilitaría aún más frente a ellos, por más que José Luís Abalos, desde la Secretaría de Organización, intente controlar la estructura interna de la organización.

Hace dos meses el cambio de liderazgos en Andalucia parecía más fácil. El experimento de las fallidas mociones de censura y sobre todo la contundente victoria del PP en Madrid con Isabel Díaz Ayuso lo ha cambiado todo, hasta el punto de que antiguos dirigentes, que permanecían en el anonimato del retiro político, como González, Guerra, Corcuera, Rodríguez Ibarra, Leguina y Redondo hayan confirmado de forma pública y dura su oposición al presidente del Gobierno y Secretario General de su partido.

Son las cabezas visibles de un movimiento de descontento generalizado hacia la forma de gobernar el país y de dirigir al PSOE, que mucha veces parece centrado en las críticas al todopoderoso Jefe de Gabinete, Ivan Redondo, pero que son mucho más profundas y alcanzan a la propia razón de ser del Ejecutivo, “preso” de los pactos que lo mantienen, tanto por el lado de Unidas Podemos como de las formaciones nacionalistas que permitieron a Sánchez llegar al poder con tan sólo 120 diputados.

Lo que está en juego en Andalucía el día 13 de junio es mucho más que una elección de un candidato para unas elecciones sin fecha, que deberían producirse en diciembre del próximo año pero que pueden adelantarse a este otoño. El nombre que salga de las urnas socialistas lo contrá en cuuenta el PP de Moreno Bonilla pero también el resto de la izquierda. Lo ocurrido en Madrid con el PSM de Angel Gabilondo y el Más Madrid de Mónica Garcia, al que hay que sumar a la Unidas Podemos de Pablo Iglesias, ha permitido a la izquierda que lleva soñando con el “adelantamiento” al PSOE desde los tiempos de Julio Anguita que ahora es posible.

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