Que la inflación se consolida como uno de los mayores riesgos para la marcha inmediata de la economía mundial es algo que podemos convenir.
Los agentes han disparado sus expectativas a medio plazo y las estimaciones de una inflación promedio a 5 años en EE.UU. por encima del 3% que descuentan los mercados de futuros, ya son hoy del 40%, frente al 3% de hace un año.
Los datos norteamericanos de precios al consumo en abril, con un alza del 4,15% y la subyacente muy cercana al 3%, empieza a tener su réplica en Europa, donde en mayo se alcanza por primera vez el 2% de límite impuesto por el BCE en más de dos años, tras el 1,6% registrado en abril. La tasa subyacente pasa del 0,7 al 0,9%.
LOS PRECIOS INDUSTRIALES
Si nos referimos a los precios industriales, los últimos datos de EE.UU. acercan su crecimiento al 10%, superando el 5% en Alemania. Según el informe Ifo recién publicado, el 44% de los constructores alemanes declara problemas para abastecerse a tiempo de materiales, y según los últimos datos para el conjunto de la OCDE, el crecimiento de los precios de la vivienda en el último trimestre del año pasado ya era del 6,68% interanual, tasas de variación que no se habían registrado desde la segunda mitad de los años 80.
Aunque en el caso europeo el repunte de mayo tiene una de sus causas fundamentales en el alza del 13,1% de los precios de la energía, lo que permite a la mayoría de los economistas esperar que el crecimiento de los precios será un fenómeno no sostenido, lo cierto es que la economía global ha recuperado en apenas 6 meses el nivel de producción industrial de antes de la pandemia, frente a los más de 20 meses que tardó en recuperarse tras el estallido de la crisis financiera en 2008.
Las disrupciones generadas por la pandemia, la concentración de la demanda en bienes en lugar de servicios durante el periodo de los confinamientos, y los cambios en el consumo, son los argumentos que sirven para justificar el fuerte incremento en materias primas de todo tipo en apenas unos meses, aparentemente más justificadas en aquellas que como el cobre se vincula a la electrificación, o la madera para construcción, con alzas que han llegado a superar el 500%, alcanzando precios nunca vistos desde que hay registros de su cotización en los mercados de futuros desde los años 70.
EN CALMA, PERO ATENTOS
Mientras esto acontece en la economía real, los mercados financieros guardan una tensa calma que se traduce en niveles de volatilidad decrecientes y que permiten, que más allá de los mercados de materias primas, la vida transcurra con normalidad relativa, como la calma con la que aguardan los opositores el resultado de sus exámenes.
El sesgo de las apuestas es claro, la inflación amainará, las tensiones irán desapareciendo, se trasladarán durante un tiempo a los servicios, pero los bancos centrales reducirán en sucesivas y controladas etapas la cantidad mensual de liquidez que inyectan (solo los tres grandes bancos centrales meten en el sistema 300.000 millones al mes), y finalmente, con inflaciones promedio más cerca del 3% durante unos años y sin necesidad de más que leves ajustes de tipos de interés nominales, las ratios de deuda pública sobre PIB, que ahora están por encima de donde las dejó la IIGM, (122% del PIB), irán reduciéndose hasta volver a niveles que permitan que la política monetaria recupere la ortodoxia. Todo irá bien. ¿Y si no? Eso exige más espacio. Lo abordaremos.