Los primeros nombramientos diplomáticos han coincidido con el viaje de Biden a Europa, donde su principal objetivo era fortalecer las alianzas tradicionales de Estados Unidos y recuperar su posición en las instituciones internacionales, declarando que "Estados Unidos ha vuelto".
Con todo, lo primero ha sido la nominación de un judio, alto funcionario del departamento de Estado, Tom Nides, como embajador en Jerusalén, a donde trasladó la delegación oficial Donald Trump sin que Biden haya dado ninguna pista de si va a volver colocarla en Tel Aviv.
Nides es un banquero que ocupa actualmente el cargo de vicepresidente de Morgan Stanley, una de las más importantes financieras del país, que llegó a desempeñar de subsecretario de estado ese Recursos y Gestión en la administración Obama.
El siguiente nombramiento en importancia ha sido el de Julie Smith, ex asesora de seguridad nacional de Biden, como embajadora de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, justo en el momento en que Biden celebraba una reunión con sus socios de la OTAN y antes de su primer encuentro con Putin.
El gobierno ucraniano prooccidental, que vive una guerra civil desde hace siete años, y que vió como se independizaba Crimea para unirse a Rusia en 2014, ha solicitado el ingreso en la OTAN, lo que obligaría a los países del tratado militar a intervenir en el inacabado conflicto.
Sin embargo, unas palabras de Biden en la reunión de la OTAN en Bruselas desataron todas las alarmas cuando se refirió China como un “desafío sistémico”, cosa que sorprendió a todos los asistentes.
En la declaración final de la reunión se dice textualmente que “Las ambiciones declaradas y el comportamiento asertivo de China presentan desafíos sistémicos para el orden internacional basado en reglas y para las áreas relevantes de la seguridad de la Alianza”, cuestión que parece señalar a la situación que se ha vivido en los últimos años en Hong Kong.
A pesar de ello, el presidente francés Emmanujel Macron, ha querido matizar la cuestión afirmando que la OTAN ya tiene demasiados conflictos como para meterse ahora contra China, para apostar por una concepción de la relación con China “mucho más amplia, como se ha hecho en el G-7”, y no desviar a la OTAN de sus problemas.
El tercer nombramiento ha sido el de Ken Salazar, exsecretario del Interior y senador por Colorado, como embajador en México. El país vecino ha sido la primera piedra con la que ha chocado Joe Biden nada más entrar en la Casa Blanca.
Primero porque tiene que revertir, aunque sea de palabra, toda la parafernalia organizada por su antecesor Donald Trump con su famoso muro, y también porque nada más conocer la victoria de presidente demócrata, se incrementaron las entradas de inmigrantes centroamericanos, que ha habido que parar con especial actuación de la vicepresidenta Kamala Harris que viajó a Guatemala, con escala en México, para negociar este problema.
Se esperan nuevos nombramientos de embajadores políticos como el ex alcalde de Chicago Rahm Emanuel para Japón. El ex embajador de la OTAN, R. Nicholas Burns, iría a China y el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti a la India. Se espera que David Cohen, un ejecutivo de Comcast que organizó el primer evento oficial de recaudación de fondos presidencial de Biden en 2020, sea nombrado embajador en Canadá.
Para la Unión Europea suena el nombre de Mark Gitenstein, ex asistente de Biden y amigo cercano, con la misión fue recomponer las malas relaciones que dejó pendientes Trump, entre ellas las subidas de los aranceles a los productos europeos, entre ellos los españoles.
Como cosa curiosa Biden ha elegido a CB "Sully" Sullenberger III, el piloto que aterrizó su avión en el río Hudson en 2009, como embajadora ante el Consejo de la Organización de Aviación Civil Internacional.