El presidente de Túnez, Kais Saied, niega las acusaciones de haber perpetrado un golpe de Estado y asegura que su iniciativa de cesar al primer ministro, asumir las funciones del Ejecutivo, de la Fiscalía General y congelar al Parlamento temporalmente durante 30 días se debe a la necesidad de “salvar al país” de la grave crisis que sufre debido a las conspiraciones de los grupos islamistas encabezados por el partido Ennahda, apoyado por los Hermanos Musulmanes, con influencia total en el primer ministro destituido a través del presidente del Parlamento, el líder de Ennahda, Rached Ghannouchi.
La chispa que ha provocado la decisión del presidente Saied fue la destitución del ministro de Sanidad, Fawzi Mahdi, del partido del presidente, que fue presionado para poner en marcha una campaña de vacunación sin la preparación ni los medios necesarios, lo que provocó su destitución.
Sin embargo, el malestar de la población se plasmó en una gran manifestación, el domingo por la mañana, ante la sede del Parlamento, la sede de los islamistas de Ennahda en cuatro provincias. La protesta popular por la grave crisis económica y social que sufren los tunecinos desde hace años, agravada por la pandemia del coronavirus, se canalizó contra el Gobierno pidiendo la destitución del primer ministro Hichem Mechichi, la disolución del Parlamento y el cambio del sistema político.
Las manifestaciones se extendieron a las provincias de Tozeur, Kairouan, Sidi Bouzid, Sfax Nabeul, Gafsa, Sousse, Mahdia y el Kef coreando consignas contra el presidente del Parlamento y líder de Ennahda y de los Hermanos Musulmanes en Túnez, Rached Ghannouchi.
Protestas populares contra los islamistas
El presidente Saied también salió a la calle para encontrarse con sus jubilosos partidarios en la misma calle que fue testigo de las mayores protestas durante la revolución de 2011 bajo el expresidente Zine El Abidine Ben Alí, después de mantener una reunión de urgencia con los líderes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad en el Palacio de Cartago donde se tomaron las decisiones de darle un golpe de timón a la crisis política tunecina que fueron acogidas con enorme satisfacción por la mayoría de la población.
La llamada de Ghannouchi a sus seguidores para que salieran a protestar a las calles causó cierta preocupación en el palacio presidencial ante el riesgo de incidentes y choques violentos.
El apoyo popular fue decisivo en la voluntad del presidente Saied de acabar con el prolongado enfrentamiento político que venía soportando desde su elección en 2019 y que suponía un pulso permanente a sus iniciativas para combatir la corrupción, conseguir la recuperación de la economía y el empleo y adoptar las medidas necesarias para hacer frente a la pandemia del coronavirus que tanto daño está causando en el país mediterráneo.
Las diferencias en el seno del Parlamento, de los diferentes partidos, y el claro desafío del presidente de la Cámara, Ghannouchi, al presidente Saied provocó la ineficacia y la parálisis gubernamental. Los tunecinos reclaman un nuevo Gobierno que sea capaz de gestionar la crisis sanitaria. Túnez tiene una angustiosa escasez de oxígeno y ha registrado la muerte de 18.000 personas en un país con 12 millones de habitantes, una de las peores tasas de mortalidad del mundo.
Artículo 80 de la Constitución
La base para la actuación del presidente es el articulo 80 de la Constitución que autoriza al presidente de la República a tomar medidas excepcionales en caso de peligro inminente.
Saied afirmó que el país atraviesa momentos muy peligrosos y no se debe permitir que nadie manipule al Estado, las leyes y los recursos económicos como si fueran de su propiedad privada.
El despliegue del Ejército por las principales calles de las ciudades y para la protección de las instituciones del Estado como el Parlamento, el aeropuerto o la televisión estatal, ha evitado, por el momento, que se pudieran producir altercados.
Mandos militares impidieron la entrada en el Parlamento de su presidente, el líder islamista Ghannouchi, en cumplimiento de la decisión presidencial de congelar sus funciones y levantar la inmunidad de los diputados.
Saied, en su comunicado con las medidas de excepción, dejó clara su determinación de no permitir ningún tipo de enfrentamiento a los seguidores islamistas: “Les advierto a muchos que piensan en recurrir a las armas. Quien dispare una bala, las Fuerzas Armadas lo enfrentarán a balazos” y afirmó que “no quisimos recurrir a medidas a pesar del cumplimiento de las condiciones constitucionales, pero, por otro lado, mucha gente fue engañada por la hipocresía, la traición y el robo de los derechos del pueblo”.
Elección del presidente Saied
El presidente Saied fue elegido en octubre de 2019 con el 70% de los votos. Candidato independiente, profesor de Derecho Constitucional en la facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de Túnez. Ese mismo año se celebraron elecciones legislativas sin un ganador claro, con mucha división entre los partidos y muchas dificultades para la formación de Gobierno.
Después de la Revolución de los Jazmines en 2011, lo que se consideró la primera chispa de las protestas que se extendieron por muchos países árabes en contra de las dictaduras habituales con resultados dispersos y desastrosos en casos como Siria, Libia, Egipto o Yemen, Túnez se había erigido como un caso ejemplar por haber sido capaz de superar las diferencias entre los diversos sectores políticos y sociales y haber alcanzado una Constitución de consenso que refleja los intereses de la mayoría de los tunecinos.
Sin embargo, en 2015 los ataques terroristas contra el Museo del Bardo con 22 muertos, el ataque a un centro turístico de la costa de Susa con 38 víctimas mortales y el atentado suicida que mató a 12 soldados ocasionaron la destrucción del sector turístico, esencial para la economía de Túnez.
Desde ese momento, el país magrebí ha necesitado del apoyo internacional para su recuperación económica pero las ayudas no han llegado con el volumen necesario para mantener un nivel de vida digno, evitar las conspiraciones de los islamistas de Ennahda y de los Hermanos Musulmanes y enfrentar al colmo de las desdichas como es la pandemia del coronavirus.
La situación de Túnez tiene bastantes elementos comparativos con lo que ocurrió en Egipto, tras el derrocamiento de Hosni Mubarak, la desastrosa Presidencia de Mohamed Morsi y las protestas populares que pedían a los militares la destitución del líder islamista, lo que provocó la toma del poder por parte del general Al-Sisi, actual presidente tras pasar por las urnas y ganar las elecciones. En el caso tunecino, el presidente es un profesor de Universidad que se apoya en la Constitución y en las Fuerzas Armadas y de Seguridad para “salvar al país”.
Publicado en ABC y Atalayar.