Esperanza Aguirre ataca de nuevo en su versión mas ácrata y liberal: a España le sobra estructura de estado. Pesan mucho en la economía y en las cuentas publicas el gasto de las distintas administraciones y los servicios que prestan a los ciudadanos. Tenemos que adelgazar y para eso propone con machacona insistencia el mismo método, dieta pura y dura.
No solo las tres administraciones deben desprenderse de personal y gastos generales, tambien deben dejar a un lado un buen numero de prestaciones de carácter social que no les competen o que en estos momentos son imposibles de sostener. Traducido a nivel de calle, lo que le pide la presidenta madrileña a su compañero de partido y presidente del gobierno central, es que gaste menos para poder subsistir con lo que quede: me os funcionarios, menos sanidad publica, menos educación publica, y menos recursos para cubrir las llamadas necesidades básicas de los ciudadanos. Y por supuesto mas impuestos de carácter general.
Desde la oposición le critican con aspereza, pero la mayoría absoluta de la que goza y que le permite sacar adelante todos sus planes hace que tanto Tomás Gómez como Gregorio Gordo se estrellen una y otra vez con el mismo muro. Tal parece que la autentica oposición a la líder madrileña del PP no se ejerce desde la izquierda sino desde la derecha de su propio partido. Con quien choca Esperanza es con los ministros del Gobierno central, que preside Mariano Rajoy, y en especial con el de Hacienda. Tal vez por ello su consejero Percival Manglano reclama unos cientos de millones que, en su opinión, se le deben a esta Comunidad. El mismo discurso que suscriben desde Andalucia o Cataluña.
Aguirre ya fue pionera en plantear la disminución del numero de parlamentarios autonomicos, algo que ya han planteado casi todos los presidentes del PP en sus respectivos territorios, y que tambien extienden a los Ayuntamientos y al Congreso y el Senado.
Esto representa una verdad a medias: si por un lado cumple con el sentimiento popular de que hay demasiados políticos y que lo mismo que hacen ahora se podría ha de con menos profesionales dedicados a la cosa publica, no es menos cierto que si tan solo se reduce el numero y no se cambian los procedimientos electivos, la famosa Ley D'Hont cerrara aun mas el paso a las opciones pequeñas y tendera a consagrar con mas fuerza el bipartidismo que padecemos.
La alternativa desde la izquierda - y en algunas regiones como Castilla la Mancha tambien desde la derecha - esta en los sueldos que cobran parlamentarios y concejales: bajarlos y en algunos casos quitarlos. Esta parte acompañada de la desaparición de unos cuantos cientos de miles de funcionarios, personal contratado y asesores que pululan por todos los estratos de instituciones y organismos públicos.
Es verdad que entre todos los partidos y en todos los territorios se han ido creando auténticos monstruos que devoran presupuestos e ingresos a pasos agigantados. Nada parece bastante para esa gula anual que ha ido creciendo a lo largo y ancho de nuestro camino democrático. La descentralización, que es buena en origen y en teoría, se esta demostrando mala o muy mala al no corregir un vicio fundamental: que las nuevas estructuras no hacen desaparecer las viejas, se solapan, comparten los mismos usos y objetivos, y muchas veces se anulan entre ellas.
Un dato a nivel de Comunidad de Madrid, que ya he comentado otras veces: la Asamblea legislativa triplica el numero de parlamentarios que le corresponderían si se aplicasen en su composición los mismos criterios de proporción poblacional que están establecidos para el Congreso de los Diputados, quince menos de los que ya propone Esperanza Aguirre. ¿ Que pasaría de llevarse a efecto?, pues que prácticamente y salvo cambio de método, en el edificio de Vallecas y en la sala que preside el mural de Lucio Muñoz, tan solo se sentarían los representantes del Partido Popular y del Partido Socialista. Y a lo mejor y con mucha suerte, uno o dos de Izquierda Unida.
¿ Que le falta a la propuesta de Aguirre?. El desarrollo, las otras modificaciones necesarias para acercar la politica a los ciudadanos y que estos se sientan de verdad representados y cercanos a los elegidos, desde la elaboración de las listas de los partidos, al funcionamiento interno de los mismos, pasando por unas segundas vueltas o la fija ion de los tiempos de mandato que salieran de las urnas. Si solo nos quedamos en estos tiempos de crisis con los recortes, no abremos avanzado nada en democracia. Nos gastaremos menos ( a lo mejor ) pero no solucionaremos el problema básico que es el alejamiento ciudadano de las instituciones.
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