Más allá de Afganistán
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Más allá de Afganistán

viernes 03 de septiembre de 2021, 23:19h

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El caos actual en Afganistán no significa la debacle de Occidente que debe recomponer fuerzas y compromisos. No se acaba el mundo para Occidente por el desastre del tramo final de la salida de tropas de Afganistán. Los nuevos expertos tras un empacho de biblioteca lanzan mensajes apocalípticos sobre la muerte de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán y aparece China como nuevo amo del mundo.

La pura apariencia del caos que se vivió en el aeropuerto de Kabul, agravado por un atentado terrorista con casi 200 muertos, anima a pensar en la pérdida de toda influencia, en la crisis de valores que nos condena a una decadencia tormentosa, en la escasa categoría de los dirigentes políticos de nuestros países y en una sociedad ‘low cost’ donde lo único que vale es la cuenta de resultados y los mayores beneficios posibles a toda costa.

Hay una gran parte de estos factores tan negativos, y de otros que también contribuyen a vivir en crisis permanente, que son muy ciertos. Además, la pandemia del coronavirus ha asestado un durísimo golpe que extrema la gravedad de la situación.

Pero el problema no es de ahora. En estos días, como suele ser habitual cuando el agua te llega al cuello, se hacen los diagnósticos apresurados, se buscan culpables externos en los adversarios y se entonan sentencias catastrofistas que pretenden, sobre todo, desgastar al adversario bien para permanecer en el poder o para alcanzarlo, gracias a las técnicas de marketing populistas y electoralistas que dominan la política y demasiados medios de comunicación.

Claro que la profunda crisis de todo tipo que sufre Occidente, unos países más que otros como siempre, no es de ahora porque el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, haya ejecutado la decisión de abandonar Afganistán de manera espantosa y humillante.

El error crucial fue quedarse tanto tiempo en Afganistán cuando la misión principal de desmantelar las estructuras y financiación de los terroristas de Al-Qaeda y liquidar a sus líderes y a sus mercenarios se había cumplido el 2 de mayo de 2011 con la muerte de Osama bin Laden en Abbottabad, una ciudad de Pakistán, por cierto. Afganistán es desde el minuto uno de la invasión en octubre de 2001 tras los atentados del 11-S un pozo sin fondo de vidas y de dinero y corrupción. Sobre todo, cuando dos años después, en 2003, se emprende la invasión de Irak, y se mantienen al mismo tiempo las dos campañas.

Hay intereses geoestratégicos trascendentes tanto en Afganistán como en Irak y no era nada fácil tomar la decisión de acabar con la misión. Resulta que esta decisión es la que va a permitir a Occidente retomar el pulso con China en mejores condiciones siempre que todos cumplan con sus compromisos.

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