Las nuevas ministras no dan la talla, por ahora
jueves 23 de septiembre de 2021, 00:49h
Las nuevas ministras, con las que esperaba dar una nueva imagen de su gobierno Pedro Sánchez, ni están ni se las espera. La mayor parte de ellas han pasado un verano en blanco. Algunas, como la titular de Transportes, Raquel Sánchez, ni siquiera ha dado la cara en el conflicto del aeropuerto del Prat salvo tres o cuatro declaraciones hablando de buscar el consenso o de que la paralización del proyecto no iba a interferir en las negociaciones entre independentistas y Madrid.
Estaba claro que Sánchez colocó a la alcaldesa de Gavá al frente de Transportes para ofrecer el caramelo del Prat a la Generalitat para suavizar la garganta de Pere Aragonés en vísperas de la mesa de dialogo. La oposición de los ecologistas y de la CUP, así como de los Comunes, frustraron el plan sin que Sánchez hiciera nada para evitarlo.
Nada nuevo tampoco en los Ministerios de Justicia, Pilar Llop, o de Educación, Pilar Alegría, que como sus compañeras se niegan a acudir a responder a a las preguntas de la oposición en el Congreso y Senado si su jefe está de viaje. Poca personalidad demuestran las nuevas ejecutivas que más bien parecen -igual que muchos ministros- meras secretarias a la espera de las órdenes del director.
Pilar LLop ya había demostrado en los puestos a los que le había aupado Sánchez que prefiere pasar desapercibida allí donde está. Lo hizo en la Asamblea de Madrid, en el poco tiempo que estuvo, lo mismo que en la Presidencia del Senado y ahora en Justicia, donde sustituyó a Juan Manuel Campo, el marido de su compañera la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet. Que también fue un cero a la izquierda, incapaz de resolver ninguno de los graves problemas de la Justicia y mucho menos el de la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
No digamos nada de la ministra de Innovación, Diana Morant, la ex alcaldesa de Gandia, que no ha dado hasta ahora ni una sola noticia que mereciese la pena reproducir en algún medio de comunicación.
La única que aparece, y porque no tiene más remedio dado su papel de portavoz de Gobierno, es Isabel Rodríguez, ex alcaldesa de Ciudad Real, que por lo menos ha mejorado la imagen nerviosa que daba su antecesora y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pero sin aportar nada nuevo en el aspecto de la comunicación.
Esta sensación de que para ser ministro/a de Sánchez no hay que hacer sombra al director de orquesta, se puede extender a los nuevos fichajes porque tanto el titular de Exteriores, José Manuel Albares, como el de Presidencia, Félix Bolaños, no han tenido ninguna iniciativa que merezca la pena resaltar. Albares no lo tenía muy difícil por la ineptitud que había demostrado su antecesora Arancha González Laya, imputada ahora además en el caso del presidente saharaui Brahim Gali, que entró en España para ser tratado en un hospital de Logroño.
El nuevo ministro de Presidencia, Félix Bolaños, tampoco es capaz de superar, por ahora, a Carmen Calvo, que seguramente fue, junto al también destituido José Luis Abalos, los únicos y los últimos miembros del Gobierno que pudieron hacer alguna crítica interna a Sánchez. Por ahora, solo queda con una imagen de cierta independencia, la ministra de Defensa, Margarita Robles.