En ocho meses el Partido Popular de Madrid celebrará su Congreso y elegirá a su presidente/a. Líder ya tiene y es indiscutible, Isabel Díaz Ayuso. Nohay otro dirigente o militante del partido que le haga sombra en estos momentos y no parece que vaya a surgir en los próximos meses. Ni siquiera el alcalde de la capital Martínez Almeida.
Las dos preguntas que estarán este tiempo sobre la mesa de Pablo Casado son: ¿quiero que Isabel sea la presidenta del partido en una Comunidad tan decisiva como la madrileña?, y la otra: ¿puedo impedirlo aunque no me gusta?. No lo tiene muy difícil tras ver la habilidad de su compañera y el “sacrificio” que ha hecho para acortar su gira por Estados Unidos con el fin de acompañarle en su particular día de gloria.
Cerrada la Convención de Valencia y prietas las filas tras su liderazgo de cara a las futuras elecciones generales, el presidente del PP tiene muy difícil, por no decir que imposible, impedir que Ayuso no tenga la doble presidencia de la que gozan otros dirigentes del partido en sus respectivas autonomías. Para impedirlo tendría que organizar todo un bloqueo a las aspiraciones de Isabel dentro de la organización y apostando por otro candidato que fuera aceptado por los militantes.
Esa opción, que se vería como un agravio hacia la mujer que obtuvo el pasado 4 de mayo en las urnas una “victoria redentora e inesperada” para el PP, también como una demostración de miedo, tan solo tiene dos nombres: José Luís Martínez Almeida y Pio García Escudero, éste último como tercera opción dada su histórica función de comodín para solventar las crisis de los populares en Madrid.
Dado el enorme desgaste personal y político que supondría cerrarle el paso a Ayuso, cuando éste ha afirmado - a media voz, es verdad - que su futuro está en Madrid y en apoyar a Casado a llegar a La Moncloa, lo mejor que puede hacer el secretario general del PP, Teodoro García Egea, es evitar las luchas internas y presentar en mayo de 2022 a una única candidata a liderar el partido en la Comunidad y dar así una imagen de unidad por encima de los deseos personales. El alcalde Almeida tendrá que contentarse con su actual puesto y aprovechar el indudable tirón popular de su compañera para afianzar la alcaldía un año más tarde.
El único obstáculo que tiene Díaz Ayuso en su carrera política está en las urnas. Mientras gane y gobierne no tendrá problemas. Obligada a esperar el tiempo puede jugar a su favor o en su contra: las elecciones autonómicas y municipales se celebrarán siete u ocho meses antes que las generales. Si repite éxito en Madrid y Pablo Casado no logra sentarse en el sillón de La Moncloa, será su momento. No antes. Ese es el escenario que contemplan tanto en la sede central de la calle Génova como en el edificio de la Puerta del Sol.
Si como parece los restos de Ciudadanos no tendrán importancia en las urnas, ni obtendrán representación en los Parlamentos, la única formación con la que tendrán que negociar los futuros gobiernos - si obtienen los votos suficientes pero no la mayoría absoluta - será Vox, con Santiago Abascal buscando equilibrios representativos entre la Comunidad y los Ayuntamientos, en especial con el de la capital como es lógico.