ablo Casado desea esas elecciones para seguir aumentando su bagaje como presidente del PP tras lo conseguido el pasado mayo en la Comunidad de Madrid. Los triunfos de su partido, son sus triunfos. Ese es el slogan que le repite cada mañana García Egea. Aprovechar las victorias territoriales para llegar reforzado a los comicios generales. Leer historia y aplicar sus enseñanzas en el hoy político no sólo es útil para sobrevivir, también lo es para alcanzar el poder que emana desde La Moncloa.
En el Partido Popular están convencidos de que Pedro Sánchez no adelantará la cita global con las urnas en España. No le interesa. Creen que la crisis financiera, económica y social golpeará con fuerza en el primer semestre de 2022, que esa es la prospectiva que le han dado a Sánchez desde el Ministerio de Economía, y que será a partir del otoño del próximo año cuando puedan verse las mejoras en España, ya con la mitad de los 70.000 euros de ayudas europeas inyectados en nuestra economía.
Con ese calendario, Casado y su equipo, al igual que el resto de dirigentes populares en las autonomías y grandes ayuntamientos, van a centrar todos sus esfuerzos en conseguir el mayor número de victorias posibles. Se trata de ampliar el poder regional y el de las grandes capitales. Sumar a Andalucía, Murcia, Castilla y León, Galicia y Madrid aquellas otras Autonomías que creen a su alcance en razón de los resultados obtenidos en los comicios de mayo de 2019, como pueden ser La Rioja, Baleares, Aragón y Canarias, cambiando las relaciones con las fuerzas nacionalistas o regionales de esas Comunidades.
En Andalucía, se jugará mucho mas que el cambio político que se produjo con la salida del PSOE del poder tras 40 años de control de la Junta. Juanma Moreno necesitó el apoyo de Ciudadanos y Vox, el año que viene es posible que tan sólo necesite a uno de ellos, alejando la posibilidad de un tripartito de izquierdas que es el único camino que tiene hoy el PSOE para regresar al palacio de San Telmo.
Uno de los “consejeros personales” de Pablo Casado, con una especial predilección por la historia de los Cesar romanos - ya que más de uno nació y creció en las antiguas tierras de la Bética imperial - le recuerda de forma periódica, ante un café o una comida “casera” con Isabel de activo testigo que Cesar no quiso hacer caso del adivino que le habló a de los ideas de marzo y que lo que pasó después tal vez podría haberlo evitado. Siempre hay una conspiración en torno al poder, que las ambiciones parten del interior antes de plasmarse en el exterior. Y la mejor forma de conjurarlas en este siglo XXI y en esta España es acudir a las elecciones. A través de ellas, se equilibran los éxitos de los que son iguales y logran que desparezcan los personalismos.
Mantener el poder en Andalucía, ganando esta vez por votos al PSOE será el mejor de los avales a Casado de cara al futuro Congreso Nacional de su partido, restando protagonismo a Isabel Díaz Ayuso, y trasladando al resto de barones territoriales que el poder compartido necesita de victorias y gobiernos compartidos.
Lo que harán, sin ninguna duda, las elecciones andaluzas será terminar de cambiar a fondo la estructura de poder en Andalucía, ya que si mantienen la gobernanza los populares el cambio producido en 2019 no tendrá marcha atrás, incluso aunque dentro de otros cuatro años regresara la izquierda al poder. El PSOE tendría que hacerlo junto a otras fuerzas minoritarias y antes, para transformarse, tendrá que afrontar una autentica revolución en su interior debido al enorme desgaste que arrastra y los escándalos propios en ese territorio que ha ido almacenando.
En aquellos idus romanos del año 44 antes de Cristo a César le mataron en nombre de la República que decían defender Casio y el resto de senadores conjurados, y en nombre de los celos que albergaba ante la reina egipcia, Servilia, la madre de Bruto. Hoy podemos buscar en estos inevitables idus que vienen y en los protagonistas principales de los mismos la comparación con aquellos. Es verdad que la tragedia que dio pie para que Skaspeare escribiera una de sus mejores obras, y Marlon Brando interpretara uno de sus grandes monólogos en el cine como Marco Antonio, ahora se quedara en melodrama e incluso en comedia de enredo en algunos de sus episodios. El escribir la nueva versión le corresponde al presidente del Partido Popular, salvo que se mantenga en la simple oratoria parlamentaria en el Congreso de los Diputados y ante las cámaras de televisión, y deje que la escriban otros, con él como víctima.