Conforme se va asentando el polvo provocado por las más de 15 reuniones de bancos centrales de la semana pasada, los mercados, que reaccionaron tímidamente en un inicio, empiezan a mostrar, con más claridad, su interpretación. En el mercado de divisas, el dólar se revela como el gran beneficiado.
Entre las grandes divisas, pierden: el euro (-0,8%), el dólar canadiense (-0,9%), la libra esterlina (-0,6%), el franco suizo (-0,5%), el dólar australiano (-0,8%), el neozelandés (-1%), la corona noruega (-0,4%), o la sueca (-1,1%). Y entre estos perdedores, hay países como Gran Bretaña que fue el primer G7 en elevar los tipos en este ciclo, o Noruega, que fue hace unas semanas el primer G10 en cambiar el paso y que volvió a hacerlo la semana pasada. En resumen, el dólar emerge como principal beneficiado.
Un fenómeno nuevo
Cuánto de esto corresponde a la confirmación del giro de política monetaria y cuánto a otros factores, como la incidencia de la nueva variante del virus, puede discutirse, pero a la vista de cómo finalizó la sesión del viernes, con la mayor parte de los índices de renta variable cerrando con pérdidas, cabría achacar al exponencial incremento de los contagios, el mayor peso.
De acuerdo, es opinable, pero los títulos de renta variable más cercanos a la industria y el consumo son los que se están quedando más atrás conforme se confirma el recrudecimiento de los contagios, y lo que más llama la atención, porque es un fenómeno nuevo, es que cientos de pequeñas empresas que cotizan en EE.UU., se encuentran en mínimos de 52 semanas, algo que podría pasar desapercibido si atendiésemos al comportamiento los grandes índices y que no es fácil asociar, por sí solo, a los anuncios tan recientes de un cambio de política monetaria.
La imprevisibilidad predecible
Es cierto que la inflación está mucho más alta de lo que cualquiera hubiese previsto, y aunque la percepción general es que 2022 es el año del cambio en las políticas monetarias, los gestores señalan a un posible error de los bancos centrales en la ejecución de este cambio, ya sea por exceso o por defecto, como el elemento que mayor preocupación les provoca de cara al nuevo año.
Atendiendo al comportamiento de los mercados de bonos, que han visto como, tras el anuncio de la Reserva Federal, las rentabilidades retrocedían con fuerza, y los mercados de futuros, que descuentan subidas de tipos menores de lo que se deduce el famoso diagrama de puntos que muestra la opinión de los miembros del banco central norteamericano, no es muy arriesgado decir que el temor a un crecimiento más moderado de lo que ahora se pronostica, puede también alterar los planes de restricción monetaria; por menos en EE.UU. y por más en Europa, donde no han sido pocas las voces que en el seno del BCE, y tras la reunión del jueves, han dejado ver que la opinión de como ejecutar la política monetaria en los próximos meses está lejos de ser unánime.
Es la imprevisibilidad predecible que señala The Economist, cuando menciona la confusión y el desconcierto como características de esta época de pandemia, y que refiere como propias de la nueva normalidad.
Pero, pocas veces conviene ponerse frente al mercado, y menos, en las últimas semanas del año. Tras el revuelo de esta semana, el dólar, que en los últimos cuatro años ha registrado un balance negativo en diciembre, parece dispuesto a finalizar, este primer año completo de pandemia, al alza.