La banca hace tiempo que le perdió el respeto a sus clientes pequeños, y los primeros que han tomado nota de esa política de insensibilidad social, e incluso de elemental educación, son algunos empleados de estas entidades que saben lo que se juegan si no tratan bien a un VIP, pero tienen cristalino que no corren ningún riesgo si no le hacen ni puñetero caso a la mujer o al hombre titular de una cuenta corriente muy corriente.
Quiero subrayar este dato porque la cara visible de los grandes banqueros son sus empleados, y mi experiencia me dicta que, al menos en la sucursal del BBVA de Majadahonda a la que yo voy, algunos no encuentran un minuto para atender una consulta sobre un cargo que me han hecho indebidamente a pesar de que llevo dias esperando a que me llamen por teléfono para darme una cita que nunca llega.
Regresas al banco, ves a sus empleados que antes te saludaban por tu nombre y te resolvían las dudas, pero ahora solo hablan con el ordenador, desconocen la respuesta a tu consulta y las únicas personas que por lo visto tienen la solución a tu pequeño problema, pero importante para ti, no disponen de tiempo para explicarte qué pasa con tu dinero.
Es muy probable que la culpa de la insensibilidad de los bancarios la tengan los banqueros, pero no me cabe la menor duda que la responsabilidad de esa falta de respeto al cliente por parte del empleado la tenemos los que lo consentimos. No estaría nada mal organizar una masiva retirada de cuentas corrientes de los bancos en los que nos sintamos maltratados y esperar a ver cómo reaccionan las entidades de la competencia para comprobar cuál de ellas se gana nuestro respeto.
Algunos ciudadanos están demasiado acostumbrados a que los maltraten los políticos que mienten y nos fríen a impuestos, pero frente a los chorizos institucionales y públicos no tenemos más remedio que esperar a las elecciones para huir de ellos como apestados y no votarles. En cambio, nada nos impide sacar nuestro dinero de los bancos que nos ignoran en nuestras reclamaciones, no nos atienden personalmente o nos cobran comisiones que no explican ni justifican.
Es muy probable que a los bancos no les ponga nerviosos perder algunos miles de clientes pequeños pero el coste que tendrían en reputación empresarial y social, evaluado en millones de euros, sería muy importante.
No me siento aludido por la insensibilidad de las nuevas normas de los bancos que arrojan a sus clientes de mayor edad a la selva del dialogo informático para la que muchos no están preparados, pero es un nuevo gesto de deshumanización de las relaciones con los hombres y mujeres que necesitan la ayuda y la explicación del que algún día fue una buena mujer o un buen hombre que aconsejaba explicaba y respetaba al titular de una cuenta corriente.
Como dice un pasquín que circula por Internet: Busco un banco humano gestionado por seres humanos.
Si (
No(