Son los cinco rostros que quieren representar a la España vaciada el próximo día 13 en Castilla y León. Amargarles la fiesta electoral a Pablo Casado y a Pedro Sánchez. Están al frente de las candidaturas de sus provincias junto a otros tres representantes, casi todos nuevos en estos de ingresar en listas electorales. Sus nombres van a soñar mucho en los próximos días. Veremos si se sientan en las Cortes de Valladolid.
Se llaman Cristina Blanco, Vanessa García, Verónica Santos, Nieves Trigueros y Victoria Díaz. Han dado el salto a la política por estar cansadas de promesas que no han llegado a ninguna parte. Aseguran que no están ni a la izquierda o a la derecha. Lo que se dice, representan a ese nuevo centro político que puede conseguir que lo que no ha funcionado a nivel nacional lo haga a nivel regional y provincial.
Puede que el centro político que deseaba defender el candidato de Ciudadanos en las elecciones de Castilla y León, Francisco Igea, se derrumbe y se quede en apenas dos o tres escaños, pero tamnbién puede que esos votos y asientos no terminen en la “hucha” del PP y que provoquen que en las Cortes de esa Castilla la Vieja - que era el nombre que tenía hace cincuenta años - aparezcan los representantes de las 9 provincias con voluntad provincias y dispuestos a negociar con cualquier de los dos grandes partidos.
Serán formaciones de centro, a medio camino de laizquierda y la derecha, procupados por la defensa directa de esa España olvidada que ya no cree en las promesas repetido desde el inicio de la Democracia. Esos votos de centro son el claro objeto de deseo por parte de todos los partidos y en todos los países. Se le busca, se le pretende, se le agasaja y hasta se le presenta como la quintaesencia de la vida pública, una especie de bàlsamo de Fierabras capaz de curar los excesos que vengan de la izquierda o la derecha.
Al centro se le presenta como el jardín del Eden pero en realidad es un territorio hostíl y todos aquellos que se han atrevido a cruzarlo o a vivir en èl, han desaparecido. Los han matado desde las dos orillas.
Un poco de historia ayuda a entender lo que no aparece en las encuestas pero puede aparecer en las urnas. Ya en 1977, partiendo desde la derecha intentaron organizar un centro político que sirviera para amortiguar los " choques" ideológicos entre la derecha y la izquierda primero Adolfo Suarez, con la UCD y el CDS, y más tarde Miguel Roca y Antonio Garrigues con el Partido Reformista. Fueron aplastados por la presión del hoy Partido Popular y por el PSOE, que se proclamaban de centro derecha y centro izquierda en busca de ese mágico 5 sociológico que da y quita victorias electorales.
Desde la izquierda, la primera que lo intentó tras sentirse abandonada por sus antiguos compañeros del PSOE, fue Rosa Díez con UPyD, con el mismo y trágico resultado. Y desde una multiplataforma de antiguos militantes de derechas e izquierdas lo intentó Albert Rivera con Ciudadanos. En diciembre de 2015 aspiraba a ser primera fuerza desde el centro derecha desplazando al PP y a una parte del PSOE. Se quedó en cuarta posición con sus 40 diputados nacionales y sus acuerdos autonómicos en las Comunidades de Madrid y Andalucia, poniendo en valor su papel de regeneración y equilibrio entre los dos grandes partidos.
Firmó un acuerdo de investidura y posible gobierno con el socialismo de Pedro Sánchez, pomposaments firmado en el Congreso, que se diluyó como un azucarillo. Y lo volvió a hacer con los populares de Mariano Rajoy, con idèntico resultado. Tras los dos " fallos" en apenas ocho meses llegó lo peor en las elecciones de 2019: sus 32 escaños pasarán a ser historia, se quedaron en diez tras salir el propio Rivera de la gran escena política y dejarle a Inés Arrimadas la peor de las herencia posibles, con su papel de "arbitro" electoral , que tras las urnas de mayo en la Comunidad de Madrid puede que Ciudadanos corra el mismo destino que sus predecesores.
Tal parece que a los españoles nos gusta el centro, reivindicamos las virtudes del centro, pero no nos creemos a los partidos que se definen como tales. Si les entregamos votos, lo hacemos con cicaterïa y nos inclinamos por lo conocido aunque no nos guste antes de aventurarnos por lo nuevo y desconocido.
Hasta el Podemos de Pablo Iglesias ha aufrido ese fenómeno: intentó "centrarse" en sus mensajes electorales, y junto a la Izquierda Unida de Alberto Garzón perdió un millón de votos. Los 35 asientos en el Congreso obedece a tres formaciones hermanas, pero dispuestos a independizarse en cuanto las diferencias entre Yolanda Díaz e Ione Belarra pasen a la zona roja de las listas electorales.
Albert Rivera y ahora Arrimadas nunca han controlado del todo a Ciudadanos, sobre todo cuando sus dirigentes se han sentado en los gobiernos regionales, ya sea en Andalucía, en Murcia o en Castilla y León. Desde Ciudadanos defienden lo que tienen y han aceptado que es muy dificil que tengan más. Desde el PP y con Pablo Casado al frente aspiran a "recuperar" votos y escaños en cada cita con las urnas, como ya han hecho en las ùltimas elecciones. Necesitan tanto las papeletas afirmativas que se fueron a ese "centro" como la abstención o ruptura de una buena parte de los votantes de la izquierda que representa Podemos y sus confluencias. Si lo logra, la derecha popular volverá a vestirse de centro-derecha y puede que hasta ayude al PSOE a regresar a ese centro- izquierda que tuvo con Felipe Gonzàlez.
Los dos grandes dinosauros de nuestra política, a los que se quería exterminar hace meses han demostrado que siguen más que vivos y dispuestos a mantenrse en ese bipartidismo imperfecto con el que quisieron emular a Cánovas y Sagasta. Tienen en contra a los mismos que ya quisieron tener personalidad propia y Estatuto de autonomía al comienzo de la década de los ochenta, antes de que se hiciera la lista definitiva de las Comunidades que iban a estructurar España, ya fuera a través del artículo 143 o 151 de la Constitución.
El día 13 de febrero viene la primera de las pruebas en Castilla y León. Puede que nos encontrremos con cinco o seis representantes de la llamada España vacia o vaciada, un recordatorio de lo que intentaron Modesto Fraile en Segovia y el comunista Gaspar Llamazares y el Aliancista Manuel Fraga para León tras las reuniones que tuvieron lugar en Tordesillas tras la muerte de Franco por parte de procuradores de las Cortes de entonces que deseaban separar el antiguo Reino de León de la tradición castellana. Lo que ocurra no sólo influirá en quién gobierna desde Valladolid, también en lo que acuerdos en La Moncloa y el la sede central de los populares en la calle Génova.