La mala salud de hierro de la Soberana británica, con cambio de residencia y enferma de Covid ( superado según nos han dicho ) proporcionaban credibilidad a la breve nota que ponía a los servicios de inteligencia chinos como fuente de la misma.
¿Maniobra contra la Corona inglesa y contra las posiciones de Boris Johnson?. ¿ Esperanza de un cambio en la política exterior con la llegada del sucesor?. ¿ Un nuevo intento de romper la unidad de la derecha británica que lleve a la salida del Premier del 10 de Downing Street?. Todo sería posible pero la realidad será más simple. Ganas de notoriedad para los inventores del rumor convertido por el uso de las redes en explosive de corto recorrido.
La no muerte de Isabel II, afortunadamente para su familia y para el pueblo británico, demuestra que en tiempos de guerra la verdad es la primera de las víctimas, y que todo vale con tal de intentar sembrar el desconcierto en el adversario.
La “fake” no sólo ha recorrido España, también apareció en la tarde del domingo en toda Europa. La conectividad de las redes y la necesidad de una regulación - no la que ha pedido Josep Borrell, que suena más a censura - tendrá que plasmarse mejor antes que después en una normative legal que se apruebe en el parlamento europeo y obligue a los 27 países que integran la Unión.