Conseguir el triplete de éxitos para inaugurar el súper estadio a finales de año como el gran conquistados del futbol europeo y mundial, con tres estrellas en la bocamanga, es imposible.La Copa del Rey ya está fuera de su mirada. La Liga está bien y a falta de 18 puntos que quedan por jugar en los siguientes seis partidos, parece casi imposible y desde luego muy poco probable que Karin Benzema y sus compañeros pierdan tres o cuatro, y que su competidor más cercano, el Barcelona, al que le faltan por jugar un partido atrasado ante el Rayo se alce con la victoria en los siete que le restan. Está a quince puntos, que se podrían quedar en doce, pero seguiría necesitando de forma imperiosa los 21 puntos con los que poder disputar la victoria final.
Todo es posible pero las probabilidades de que el torneo nacional se le escape de las manos al equipo blanco son muy, muy pequeñas. Eso lo saben sus perseguidores que a lo que aspiran es a estar en la Champion del año próximo. Barcelona, Sevilla y Atlético de Madrid quieren estar entre los tres primeros no sólo por el prestigio y la honra, también por los ingresos que representa estar entre los mejores de Europa. Una buena caja permite contratar a nuevos jugadores en un mercado en el que se mueven millones en condiciones muchas veces poco competitivas.
París es la meta soñada por su presidente. Ver cómo sus jugadores levantan el trofeo ante 80.000 espectadores . Mientras que en España mira de lejos a los que le siguen en la tabla, en Europa tiene que pasar por dos pruebas: la primera ante el Manchester City de Guardiola, que acaba de perder la Copa inglesa a manos del Liverpool, doble choque entre el 26 de abril y el 4 de mayo. Si pasa ese escollo, que será muy duro, tendrá que esperar a ver qué ocurre entre ese mismo Liverpool de Kloop y el Villarreal, de Emery la gran sorpresa de este año.
Dos británicos y dos españoles peleando por el trono del mejor futbol del mundo. Estaría bien que en París se enfrentaran blancos ya amarillos tras dejar en la cuneta a los representantes de la pérfida Albión. Un poco de patriotismo nunca viene mal si de meter goles se trata.
Cuarenta días de extrema dureza mental y física para unos jugadores que ya han demostrado que son capaces de perder y ganar al mismo tiempo, de estar en el suelo y levantarse para derribar al adversario, de jugar mal y sin confianza para convertirse en un equipo cargado de electricidad capaz de resolver los partidos en los últimos quince minutos.
Duelo de jugadores con el balón de oro en juego y un extraordinario Karin Benzema como serio aspirante a conseguirlo. Se lo deben. Y duelo de entrenadores, un italiano, un alemán y dos españoles. Los cuatro se conocen a la perfección, conocen sus métodos, sus estilos, sus estrategias, sus victorias y sus derrotas. El catalán Pep Guardiola es el más trotamundos del cuarteto, mientras que el vasco Unai Emery es el menos conocido a nivel mundial. El alemán Jurgen Kloop es el más arisco mientras que el italiano Ancelotti mantiene el encanto mediterráneo de los nacidos en la bota del viejo Continente.
Jugadores, entrenadores y presidentes tienen ganas de revancha pues han perdido y ganado en sus enfrentamientos. Eso que llaman justicia poética le daría el triunfo al modesto Villarreal pero ese objeto oscuro de deseo que es el balón se mueve siempre entre cifras de muchos ceros.